Desde mediados del siglo XX, los arquitectos e ingenieros cubanos son los únicos del mundo (junto a los norcoreanos), cuyos títulos universitarios son prácticamente inservibles oficialmente. La ley les prohíbe ejercer su profesión por cuenta propia. Los obliga a ser empleados del Estado.
Cuando recientemente el régimen anunció la “liberación del trabajo por cuenta propia” muchos de ellos confiaban en que al fin podrían ejercer de forma privada. Falsa alarma. La arquitectura-ingeniería fue incluida entre las 124 actividades en las que es delito trabajar por cuenta propia.
Por ese motivo hace unos días una representación del Grupo de Estudios Cubanos de Arquitectura (GECA) logró ser recibida en el Ministerio de la Construcción por su titular, René Mesa. Luego se informó lo usual, que el “Ministerio tomó nota” de los planteamientos hechos. O sea, que no es mucho lo que pueden esperar del MICONS los arquitectos cubanos.
Antes el GECA en su página de Facebook había pedido al gobierno, en nombre de todos los arquitectos e ingenieros cubanos, que autorice el ejercicio privado e independiente de su profesión.
Detengámonos específicamente en la arquitectura. La regulación del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social dice que no se pueden ejercer de forma privada “las actividades de consultoría de arquitectura que incluye diseño de edificios y dibujo de planos de construcción, planificación urbana y arquitectura paisajista”.
El arquitecto privado solo puede ser “decorador de fiestas”
El colmo es que si un arquitecto quiere hacer algo por su cuenta relacionado muy lejanamente con su profesión lo más que puede hacer es obtener una licencia de “decorador de fiestas”. El régimen no solo le impide ejercer normalmente, sino lo humilla.
Si a alguien no cubano le cuentan estas cosas piensa que es un error o una broma. Imaginemos que a Le Corbusier, Frank Lloyd Wright, Oscar Niemeyer, Fran Gehry, Antoni Gaudí, Santiago Calatrava y tantos otros arquitectos famosos les hubiesen prohibido ejercer su profesión privadamente. Si en todas partes se hiciese lo mismo el acervo artístico-cultural, histórico-arquitectónico de la humanidad sería pobrísimo.
¿Existirían el Taj Mahal y la basílica de la Sagrada Familia?
Tomemos solo algunas iglesias emblemáticas: ¿Existirían los bellos e imponentes templos de Notre Dame de París, la catedral de San Basilio en Moscú, o las basílicas de San Pedro en el Vaticano y de la Sagrada Familia en Barcelona, si los arquitectos Jean de Chelles, Pierre de Montreuil (París), Póstnik Yákovlev (Rusia); Bramente, Miguel Angel, Sangallo (Roma), y el catalán Gaudí no hubiesen sido contratados como “cuentapropistas?”. ¿Podemos visualizar a Le Corbusier como un oficinista a sueldo del gobierno de Charles Degaulle (en los años 60)? ¿Existiría el Taj Mahal en la India?
En Cuba, supongamos que no le hubieran permitido ejercer por su cuenta a Ricardo Porro, Mario Romañach, Eugenio Rayneri, Ernesto Gómez Sampera, Pedro Martínez Inclán, Félix Cabarrocas, Mario Girona, Eugenio Batista, Antonio Quintana, Vicente Lanz (sobrino nieto de José Martí), Margot del Pozo, Raúl González Romero, Juan Tosca, Selma Soto, Fernando Salinas y a tantos otros brillantes arquitectos cubanos, muchos entre los mejores de América Latina.
¿El Capitolio Nacional sería como es hoy?
Solo por mencionar algunas espléndidas obras contemos al Capitolio Nacional, el FOCSA, el Palacio Presidencial, el edificio Bacardí, la Lonja del Comercio, la Manzana de Gómez, la Universidad de La Habana, el Centro Gallego y Teatro Nacional, el Centro Asturiano, el Cabaret Tropicana, los hoteles Nacional, Habana Hilton y Riviera, el Retiro Odontológico, la Ciudad Deportiva, la Plaza Cívica, El edificio de Radio Centro (hoy el ICRT), las iglesias Jesús de Miramar y la neogótica del Sagrado Corazón de Jesús (calle Reina). O las mansiones (todas diferentes) de la Quinta Avenida de Miramar y otros repartos habaneros.Y singulares y hermosas edificaciones fueron levantadas igualmente en el resto del país.
El Estado castrista, sin dinero, impide la buena arquitectura
Lo paradójico es que el propio régimen contrató en los años 60 a eminentes arquitectos privados que erigieron edificaciones de gran valor arquitectónico y fueron vanguardia internacionalmente, como la Escuela Nacional de Arte de Cubanacán, la heladería Coppelia de La Habana (Mario Girona) , la Casa de los Cosmonautas en Varadero, el conjunto de edificaciones del Parque Lenin, y otras.
No por casualidad eso ocurrió en los años 60 y principio de los 70. Es que fueron diseñadas por arquitectos formados y forjados antes de 1959 con una visión estética y simbólica de la Cuba “burguesa”, superiores a la de la Cuba estalinista y “proletaria” posterior.
Y hay que aclarar que en las últimas décadas posteriores ha habido infinidad de arquitectos cubanos muy talentosos que han creado maravillas que nunca se han realizado porque el Estado no tiene dinero para ejecutarlas.
Es un reclamo de la sociedad cubana, no de los arquitectos
Los arquitectos de la GECA les han recordado al dueto Raúl Castro-Díaz-Canel que “el Patrimonio Arquitectónico cubano está lleno de ejemplos excepcionales ideados por arquitectos e ingenieros que ejercieron su labor por cuenta propia”. Y se preguntan: “¿Cómo se aspira a ciudades bellas y ordenadas, en su potencial futuro, si no se cuenta con el arquitecto independiente? ¿Cómo se aspira a construir 300,000 viviendas por medios propios sin la ayuda del arquitecto independiente?”
Conclusión: la mafia militar castrista no quiere que los arquitectos (ni ningún otro profesional cubano) se independicen.
Teme por partida doble el éxito que tendrán:
1) que al adquirir fuerza económica independiente presionen políticamente para que se abra la economía a la propiedad privada; y
2) si se independizan pueden hacer competencia al tinglado de capitalismo corporativo militar de Estado con el que ellos (los militares) se enriquecen ellos solos.