En una acción inesperada para el régimen que contrarrestó la insultante celebración dictatorial del aniversario 60 de “Palabras a los Intelectuales”, el discurso de Fidel Castro en el que suprimió oficialmente la libertad de expresión en Cuba, 140 artistas, escritores, periodistas y activistas cubanos publicaron una carta abierta titulada “Intelectuales con Palabras” exigiendo la liberación sin cargos de Hamlet Lavastida, y el respeto a los derechos humanos en la isla.

Lavastida está preso en Villa Marista, el centro de torturas psicológicas y físicas de la Seguridad del Estado, acusado de “instigación a delinquir” porque en un grupo de chat privado sugirió que los billetes cubanos fueran marcados como gesto de arte público.

¿Hasta cuándo van a tratarnos como delincuentes?

“Nos indigna la violación de la privacidad de los ciudadanos –dice la carta–, las acusaciones injustas contra nuestro colega y, fundamentalmente, el que un intercambio de ideas y el ejercicio de la imaginación sean calificados como un delito por el gobierno cubano”

En tanto, la artista Tania Bruguera, denunciaba que estaba sitiada por agentes policiales. Y de su casa sacaron y se llevaron presa a Carolina Barrero, una historiadora de arte. La artista Camila Lobón, también sitiada por esbirros en su casa junto a la escritora Katherine Bisquet, expresaba en internet “¿Hasta cuándo van a tratarnos como delincuentes, operando ustedes como una mafia?”

Mientras tanto, Miguel Díaz-Canel rendía un ofensivo homenaje al discurso totalitario pronunciado por el dictador el 29 de junio de 1961 en la Biblioteca Nacional, cuando definió a “su” revolución con la frase: Dentro de la revolución todo, contra la revolución nada”.

“Conmigo todo, contra mí nada”

¿Qué quiso decir realmente Fidel Castro? Respuesta muy fácil: Conmigo todo, contra mi nada”. Impuso la censura total y la represión cultural y dictó lo que desde entonces pasó a llamarse la política cultural de la “revolución cubana”.

¿Y por qué esa consigna específicamente? Unos 30 años antes circulaba por toda Europa esta frase:  “Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”. Fue lanzada nada menos que por Benito Mussolini para definir en pocas palabras el fascismo italiano, creado por él, y en el poder en Roma desde 1923.

Fidel Castro era un gran admirador de Mussolini

O sea, Fidel Castro simplemente copió la sentencia fascista del “Duce” italiano debidamente adaptada y cubanizada, como también copió y adaptó “La Historia me absolverá”, de Adolfo Hitler.  Castro I cuando estudiaba en el Colegio de Belén era un fanático admirador de Mussolini y del líder falangista (fascista) español José Antonio Primo de Rivera, y recitaba de memoria fragmentos del libro Mein Kampf de Hitler, así como de discursos de Mussolini, según testimonio de su colega de estudios José Ignacio Rasco.

El comandante copió la frase de Mussolini por dos motivos: 1) la similitud del castrismo con el fascismo; y 2) confiaba en que “las masas” en la isla no conocían la sentencia totalitaria del dictador italiano, fundador del fascismo con sus “fasci di combattimento”.

Lo único que hizo el comandante fue sustituir la palabra Estado por “revolución” (léase yo mismo), pues el Estado cubano sin duda era él (Castro I) .El propósito claramente fue amenazar a los creadores cubanos: Contra mí, nada”. Y punto.

Cartel por la liberación de Hamlet Lavastida

Que se vayan, no los queremos, no los necesitamos…”

Y eso es lo que hizo ahora Díaz-Canel, al rememorar la imposición del fascismo cultural hace seis décadas. Reiteró la amenaza contra los que llamó “mercenarios de la cultura”. Afirmó que “dentro de la revolución sigue existiendo espacio para todo y para todos, excepto para quienes pretenden destruir el proyecto colectivo”, es decir el poder de la mafia militar; y agregó que durante 60 años se ha dialogado “sobre temas medulares de la política cultural y más, sin limitaciones, sin censura, sin prejuicios”.

Omitió que Fidel en aquel entonces también dijo: “la revolución debe tratar de ganar para sus ideas a la mayor parte del pueblo”, pero años después, durante la estampida del Mariel espetó a que quienes no eran castristas: “Que se vayan, no los queremos, no los necesitamos”.

La “libertad de creación” que lleva derecho a la cárcel

Tampoco dijo Díaz-Canel que Castro I dijo “La revolución defiende la libertad (…) si la preocupación de algunos es que la revolución va asfixiar su espíritu creador (…) esa preocupación no tiene razón de ser”.

Por esa “libertad” hoy centenares de artistas e intelectuales solo pueden trabajar en la clandestinidad. Son hostigados, arrestados, golpeados, calumniados, difamados, multados y metidos en la cárcel. Y el decreto-ley 349 le da al Ministerio de Cultura la potestad de decidir quién puede, o no, ser artista en Cuba.

Que le hablen de libertad creadora a Luis Manuel Otero Alcántara, a los colegas citados anteriormente, y a todos los artistas, escritores y periodistas asfixiados por las “Palabras a los Intelectuales” de mediados del siglo XX, que la cúpula dictatorial raulista criminalmente mantiene vigente.

Pero, además, la existencia misma de una “política cultural” en un país revela que la cultura no es libre. Sin libertad creadora total no hay cultura.

Pensemos en la cara que pondría un suizo, un francés, un australiano, un uruguayo, o un japonés si le preguntan ¿cuál es la política cultural de su país? Creería que le están tomando el pelo.