Como miles de familias en la periferia de Santiago de Cuba, Eugenio vive en un asentamiento del distrito José Martí que no dispone de luz, agua ni alcantarillado, en chozas y casuchas que “están hechas de retazos de madera con pedazos de cartón, tolas de zinc y piso de tierra”, narró este custodio de parques de la ciudad, de 29 años, a “14yMedio”.

“Llegué y me planté en un terreno enyerbado”, contó sobre su improvisada vivienda en ese lugar, con su mujer, Victoria, hace tres años. “Los dos necesitábamos un lugar donde establecernos porque yo vivía con mi mamá en una cuartería en el paseo Martí. Apilados en un cuartico convivíamos cinco personas, y la familia de mi mujer pasaba por una situación aún peor”.

Eugenio precisó: “buscas un espacio y, si lo encuentras, pones cuatro pedazos de palos, le amarras un alambre a manera de cerca y a armar lo tuyo”. Pero aclara, que ya casi no se encuentra ningún sitio: “Todo está lleno (…) con piso de tierra, construida con retazos de zinc, cartón y cercada de ataja negro, me han ofrecido hasta 50.000 pesos”

Y Victoria agrega: “aquí no hay servicio de agua potable, la traemos desde la casa de un vecino al que le llega a través de una manguera”. Tampoco hay servicio de electricidad, ni tienen derecho a tener libreta de abastecimientos.

El “antojao” que quiera una vivienda que la invente él mismo

¿Y ante tan dramática situación que hace la “revolución”? Nada. Con un déficit de viviendas de 1.2 millones de viviendas, solo se construyeron en el primer semestre de 2021 un total de 9,323 unidades de las 44,652 previstas, o sea el 21%, según admitió el ministro de la Construcción, René Mesa. Y de ellas, más de la mitad, 5,272 viviendas, fueron edificadas por las propias familias interesadas, “resolviendo” los materiales de construcción por su cuenta, y a precio de oro, pues el Estado no los vende.

Y en 2020 se construyeron 32,874 viviendas, de las cuales casi 20,000 fueron levantadas por la población. Se infiere aquí que el dueto Raúl Castro-Díaz-Canel, con el monopolio de la industria de materiales de construcción, tiene una máxima que se resume así: “el antojao que quiera tener vivienda nueva que la invente él mismo”.

Solo en La Habana el gobierno admite un déficit de 216,000 viviendas, y más de 123,000 en Santiago de Cuba. Así se concreta el gran embuste de Fidel Castro, quien al asaltar el poder en 1959 prometió que iba a construirle “a cada familia cubana una vivienda decorosa“. Y prometió acabar con los barrios marginales insalubres.

Viven “agregados” 2.6 millones de cubanos, no tienen vivienda

Pues bien, según economistas independientes actualmente unos 7.7 millones de cubanos no tienen una vivienda decorosa, y de ellos 2.6 millones no tienen ninguna, ni mala, ni buena. Viven “agregados” con otros familiares o amistades. Y la cantidad de barrios marginales se ha multiplicado por 10, incluso en La Habana, otrora llamada el París de América Latina.

Más de la mitad de la población hoy vive en inmuebles en mal estado y algunos soltando los pedazos, a punto de derrumbarse. En la capital se derrumban cada año unas 1,000 viviendas, que matan hasta niñas escolares que pasan por el lugar en ese momento.

Unas 650,000 personas hoy malviven en chozas y casuchas improvisadas en barrios como el de Eugenio y Victoria, más insalubres que las aldeas medievales, llamados “Llega y pon”, y conocidos como villas miseria en otros países de América Latina. Además. Solo en La Habana hay 160,000 sin vivienda albergados en tugurios colectivos del Estado, salpicados de aguas albañales, sin agua potable ni servicios sanitarios. Pululan ratas, mosquitos, moscas, chinches y cucarachas.

Una de cada tres nuevas viviendas es para los militares

Lo más indignante e irritante para los cubanos es que una de cada tres viviendas que construye el Estado es para los militares. El castrismo hace como el general Fulgencio Batista quien construía casas para los oficiales y clases del Ejército que lo mantenían en el poder.

Pero hay una gran diferencia. En los años 40 y 50 había en Cuba economía de mercado. El Estado no tenía el monopolio constructivo de viviendas, ni de materiales de construcción. En esa década La Habana experimentó el mayor boom constructivo de toda América Latina, con decenas de enormes edificios de apartamentos modernos y muchísimas casas, que hoy siguen siendo las mejores de la capital.

Hoy, como ya la tiranía se sostiene solo por la fuerza militar, Castro II levanta edificios multifamiliares y barrios enteros para quienes lo sostienen en el poder. Les entrega apartamentos ya amueblados y equipados, en comunidades privilegiadas que incluyen clínicas, escuelas, canchas deportivas, círculos infantiles parques, centros comerciales y cines. Un ejemplo es el nuevo Reparto Maravilla en Alta Habana.

En tanto, cientos de miles de familias cubanas en pleno siglo XXI viven como en los tiempos de Atila, o Gengis Khan.

Ya lo dijeron a “14yMedio”, Eugenio y Victoria: “Lo que estamos viviendo no es pobreza ni miseria; ¡es una ruina! (…) queremos un cambio y lo vamos a decir el próximo 15 de noviembre”.