Cuba antes del castrismo era el mayor exportador de alimentos de Latinoamérica en proporción al tamaño de su población. Hoy el gobierno organiza patrullas paramilitares para impedir que los ciudadanos roben productos agrícolas y pecuarios en las granjas para poder matar el hambre que padecen masivamente.

Esa es hoy la “revolución” a punto de cumplir 63 años haciendo sufrir a un pueblo. Y si la dictadura de Raúl Castro no libera urgentemente las fuerzas productivas del campo la frasequien no roba, no come será la actualización de la frase bíblica quien no trabaja no come, de la que se apoderó el hambreador de pueblos Vladimir Lenin (“El Estado y la Revolución”, 1917).

Pero la pandilla de vividores que manda en Cuba se niega a liberar el campo del monopolio del Estado y a entregar las tierras en propiedad a quienes las quieran trabajar, y custodia militarmente las granjas estatales.

En vez de liberar el campo, patrullas paramilitares de vigilancia

Hace unos días en Ciego de Avila  el PCC y el MININT anunciaron la creación de brigadas paramilitares en las zonas rurales del municipio de Baraguá para impedir el robo en empresas estatales como La Cuba, la mayor productora de plátano fruta (platanitos) de la isla, que abastece a los hoteles de los militares mafiosos en los cayos turísticos de la costa norte.

Veamos este absurdo en forma hipotética. Imaginemos que hoy en Chile o Costa Rica, países que en 1958 tenían un nivel de vida similar al de Cuba en 1958 (un PIB per cápita de unos $360 por igual según la ONU) los campos son patrullados por paramilitares reclutados por el gobierno para evitar que la gente hambrienta robe en los campos. Y que los agricultores y ganaderos chilenos y ticos más exitosos están en prisión por “enriquecimiento ilícito”.

Y que hay en esas dos naciones una cartilla de racionamiento de alimentos desde 1962, con cuotas que solo alcanzan para una semana y el resto del mes tienen que comprarlos con moneda extranjera, o en el mercado negro, a precios exorbitantes, y el salario mínimo de 87 dólares mensuales no alcanza para adquirir la canasta básica alimentaria, que cuesta más de 120 dólares.

Ni al escritor de más fecunda imaginación se le habría ocurrido algo así. Pero es la pura realidad en Cuba, donde la dictadura encima de hacer pasar hambre a los ciudadanos los apalea cuando piden pacíficamente que haya un cambio. O los encarcela, o los encierra en sus viviendas y les impide salir a la calle.

La policía impidió consumo avileño de 66,139 libras de platanitos

Según el director de La Cuba, Carlos Blanco, informó hace poco que en tres camiones agentes policiales confiscaron 300 quintales, equivalentes a 66,139 libras de platanitos robados de esa granja estatal que iban para el mercado negro. O sea, decenas de miles de avileños no pudieron comer los nutritivos platanitos.

Porque parte de esa carga de frutas decomisada fue llevada a restaurantes y hoteles de la mafia militar. Otra fue para los generales y el resto de la casta oligárquica (incluyendo Mariela Castro y sus similares); y la otra se la cogieron los propios agentes confiscadores para su consumo y para venderlas a “gente de confianza” (que no los delaten).

La gran ironía es que de no haber sido sacados furtivamente de allí los platanitos por los tres camioneros privados decenas de miles se habrían podrido en el suelo esperando por los camiones que Acopio, o no tiene, o no hay gasolina suficiente cuando los tiene.

Culpa del régimen: sin robo de ganado nadie probaría la carne de res

Claro, no solo se roban platanitos en Cuba. “Se están acabando los puercos, no da negocio criarlos porque no hay comida. Y, como no hay puercos, roban más reses”. Así dijo un campesino, que no dio su nombre, al periodista independiente Osmel Ramírez, en Holguín.

En 1958, antes del castrismo, había en la isla 6.6 millones de cabezas de bovinos, uno por cada habitante. Hoy hay 3.8 millones para 11.3 millones de habitantes, tres habitantes por cada vaca y en el puro hueso de flaca. Créase o no, hoy el consumo de carne de res de los cubanos es inferior a las 1.2 libras mensuales en Gambia, el más bajo per cápita de toda Africa.

Por eso, por el socialismo, en Camagüey hay noches en las que se roban entre 30 y 120 cabezas de ganado vacuno, según reportes oficiales. De allí sale carne y sus derivados para el mercado negro de La Habana y Varadero. Y no son delincuentes, sino comerciantes mayoristas como los hay en todo el mundo. El mercado negro cubano es hijo del socialismo. Sin robo de ganado casi nadie en Cuba comería carne de res. Y sin el comercio “ilegal” en general muchos cubanos habrían muerto de hambre. Es así de simple.

Adaptación de una muy conocida frase: “quien no roba, no come”

Lo más indignante es que quien más alimentos roba en Cuba es la mafia que usurpa el poder, y sus familias. ¿De dónde salen los almuerzos y cenas homéricas en sus madrigueras amuralladas? ¿De la “libreta”? ¿Tienen sueldos oficiales de 35,000 pesos mensuales, o de $1,500 dólares para conseguir todo lo necesario para sus festines pantagruélicos cotidianos? No, todo es robado al Estado.

Conclusión:  si la dictadura no libera el campo en la isla cobrará fuerza la insólita frase mencionada: “el que no roba, no come”. Tal vez será parte del epitafio que se escribirá en la tumba del castrismo.