Las remesas son una importante fuente de financiamiento externo para crear pequeños negocios, generar empleos, y sobre todo para disminuir la pobreza, pero no en Cuba. En muchos países las remesas superan el valor de las exportaciones de bienes y la captación de inversión extranjera.
La propaganda castrista hace décadas insiste en que los países capitalistas del Norte desarrollado explotan a los del Sur subdesarrollado y que su retraso socioeconómico se debe a la voracidad capitalista, que extrae sus riquezas a las naciones pobres. Falso. La pobreza en el llamado Tercer Mundo obedece a la falta de capitalismo y de inversiones, y no al revés.
El propio Eduardo Galeano, autor del libelo “Las venas abiertas de América Latina”, confesó poco antes de morir que su libro era un fraude, que no estuvo basado en hechos y cifras verificables, sino moldeadas por él con un objetivo político-ideológico (de izquierda). Encima, la dictadura castrista silencia el fabuloso volumen de recursos financieros que cada año transfiere el Norte al Sur.
Y en esto las remesas son algo clave. El último informe del Banco Mundial sobre “Migración y Desarrollo” mostró que (pese al azote del Covid-19) en 2020 los países de ingreso bajo y mediano recibieron remesas por $540,000 millones de dólares, solo un 1.6 % por debajo de los $548 000 millones en 2019. Y que en 2021 crecerán hasta $589.000 millones de dólares.
Remesas duplican las inversiones y aportan hasta el 26% del PIB
Las remesas en 2020 duplicaron los $259,000 millones que esas naciones citadas recibieron en inversiones directas de capital. Y triplicaron los $179,000 millones recibidos en asistencia financiera de organismos internacionales y gobiernos.
O sea, en 2020 el Norte transfirió al Sur recursos financieros por $978,000 millones de dólares y el 55.2% correspondió a remesas. Y en 2021 América Latina las remesas se dispararon en un 21% y alcanzarán los $126,000, con México a la cabeza ($52,700 millones).
La experiencia evidencia que las remesas bien canalizadas son una importante fuente de financiamiento externo para crear pequeños negocios, generar empleos, y sobre todo para disminuir la pobreza. En muchos países las remesas superan el valor de las exportaciones de bienes y la captación de inversión extranjera. Por ejemplo, en 2020 en El Salvador las remesas ascendieron a $5,919 millones y generaron el 26.2% del Producto Interno Bruto (PIB), en Honduras aportaron el 26.6%; en Jamaica el 23.3%, y el 18% del PIB en Guatemala.
La dictadura impide que las remesas en Cuba sean un factor de desarrollo
Pero en Cuba no es así. La dictadura secuestra las remesas enviadas y entrega a los receptores solo tarjetas bancarias (vales modernos) para comprar en las “shopping”, o pesos cubanos devaluados que no se pueden convertir en divisas. Con los billetes verdes físicos se queda la mafia militar y los invierte en la construcción de hoteles para enriquecerse aún más, en compra de armas y equipos para la represión del pueblo, y para abrir negocios privados en el extranjero.
Por eso, emprendedores salvadoreños, digamos, con remesas de sus familiares abren pequeños negocios privados que hacen crecer la economía del país. Un cubano no puede. Le dan vales o pesos inservibles, y encima las leyes comunistas le prohíben invertir capital y crecer como empresario.
Actualmente Washington permite el envío a Cuba de hasta $1,000 dólares trimestrales), pero exige justamente que las remesas no vayan la Financiera Cimex, S.A. (FINCIMEX), propiedad de las Fuerzas Armadas castristas, sino directamente a sus destinatarios, La familia Castro y los generales de GAESA se estuvieron apoderando físicamente de los $3,500 millones de dólares anuales en remesas en años recientes. (Ver GAESA no maneja un negocio de remesas a Cuba, sino uno de lavado de capital)
Raúl Castro odia a los cubanos y bloquea llegada de remesas
Y ahora el dictador insiste: o esos dólares los recibo yo y mis generales, o no hay remesas. No hay límites para su crueldad e ineptitud. No le importa que el país está en la quiebra financiera, el turismo es (y será) mínimo, las inversiones extranjeras se han desplomado, las divisas confiscadas a los médicos en el extranjero siguen cayendo y la escasez de alimentos y la pobreza extrema vapulea a demasiada gente.
El modelo castrista ya no engaña a nadie, ha sido desenmascarada mundialmente su condición fascista, pero el dictador no se da por enterado. Tampoco es capaz de metabolizar que la presión política interna y la externa irán en aumento no importa la represión, ni que la Administración Biden no solo ya no quiere, sino que no puede políticamente aceptar que las remesas vayan a los esbirros que siembran el terror en la isla.
Poner en manos privadas el servicio de remesas, única solución
Sin embargo, algo tendrá que hacer el régimen. Necesita dinero desesperadamente. Y aunque no secuestrase los dólares de todas formas recibirá muchos de ellos vía “shopping”. Quizás, para “tantear” a la Casa Blanca puede que le proponga que las remesas se envíen vía Banco Central, que no figura como parte de GAESA. ¿Caería Biden en esa trampa?
La única solución favorable para los cubanos sería liberar los servicios de remesas, ponerlos en manos privadas como en el resto del mundo. Cesarían las restricciones de EEUU. Pero eso es casi imposible que ocurra con el terrorista Castro Ruz al frente de la pandilla que usurpa el poder.
Mientras tanto el dinero de la diáspora fluirá a la isla furtivamente en los bolsillos de viajeros, por agencias privadas o “mulas”, o desde terceros países. Y eso, de hecho, es la primera fase de su inevitable privatización