Hace unos días, el presidente del monopolio estatal BioCubaFarma, Eduardo Martínez, admitió que en la isla faltan 151 medicamentos, 88 catalogados como Prioridad 1, y otros 63 racionados con la “tarjeta de control”. Y Granma reconoció que faltan 19 fármacos para tratar a “pacientes graves”. Hay en falta 30 medicamentos más que al cierre de 2021.

Ello evidencia la agudización de la crisis del modelo estalinista, que además del hambre y la pobreza extrema deja a los cubanos sin medicamentos imprescindibles. Se estatizaron las farmacias y los laboratorios, y hay que importar el 85% de las medicinas, sin divisas para ello.

No hay en el mundo farmacias tan vacías y destartaladas

No puede haber en el mundo farmacias más vacías y destartaladas que las de Cuba. Váyase a una farmacia en Burundi y la verá mucho mejor surtida. Y no hay hospitales en el globo terráqueo con menos medicamentos e instrumental médico.

Para aliviar un dolor hoy muchos cubanos acuden a la homeopatía, un ejercicio mental que consiste en la resignación “optimista”, tal y como aconsejaban los hechiceros en las tribus del Paleolítico Superior, hace 15,000 años.

La causa no es Washington, sino la bancarrota del castrismo

Claro, el burócrata Eduardo, aferrado a su privilegiado cargo, culpó al “bloqueo” por la falta de divisas para importar medicamentos y componentes para producirlos en la isla, y por no tener ni siquiera para pagar lo que se debe a los proveedores por las importaciones hechas.

Falso. La falta de divisas en Cuba tiene causas endógenas (bancarrota económica) y no exógenas (Washington). La quiebra del Estado castrista no se debe al embargo de un país que de hecho es, con mucho, el mayor suministrador de medicamentos de Cuba, no solo exportándolos a la isla al gobierno mismo, sino sobre todo por la vía de emigrados cubanos que lo envían en paquetes o los llevan personalmente cuando visitan a sus familiares.

Desde la isla periodistas independientes plasman cómo marcha la “potencia médica”. A los hospitales (se han cerrado 64 desde 2011) los pacientes tienen que llevar sábanas, almohadas, bombillos y hasta el mercurocromo. No hay agua, a veces ni para descargar los inodoros; las paredes y pisos están cochambrosos, y hay cucarachas, mosquitos y malos olores.

Para aliviar la sarna, baños con hojas de guayabos

En las farmacias no hay prácticamente nada para diabéticos, asmáticos, hipertensos, y mucho menos antibióticos, ni antiparasitarios. Faltan el clonazepan, la risperidona, la fluodrocortisona y el atenolol, todos regulados mediante una tarjeta. Han desaparecido los analgésicos, antipiréticos, antiinflamatorios, antibacterianos y cefalosporinas.

No hay enalapril para los hipertensos. La sarna (escabiosis) sigue azotando porque no hay medicinas para combatirla y hay que conformarse con aplicarse yerbas y baños con hojas de guayabos.

El gel de los condones es usado para los ultrasonidos

El activista William Tamayo vive en Banes, Holguín, y reveló algo insólito: “Se están comprando las cajas de condones a 40 pesos en el mercado negro, porque con el lubricante del preservativo es que se están haciendo los ultrasonidos en los hospitales porque no hay gel”.

Desde Matanzas, el periodista independiente Alberto Corzo, informó: ““Ni una aspirina existe en una farmacia (…)  en los hospitales cuando requieres un procedimiento quirúrgico el médico da una lista al paciente con todo lo que necesita para la cirugía porque está en falta: guantes, hilo de sutura, agujas (…) el hospital se limita a ofrecer la mano de obra”.

Desde Santa Clara, Guillermo del Sol relató: “Hace un rato vino una persona a mi casa pidiéndome gasa porque tiene que hacerle una prueba a un familiar, (…) los médicos se lo están pidiendo a los familiares porque no los hay en el hospital”.

Para infección en los riñones, cocimientos de “caña santa

Para las infecciones en los riñones lo único a la mano es tomar cocimiento de “caña santa”. Tampoco hay psicofármacos en un país donde la depresión y el stress son alarmantes.

En fin, si no fuera por el mercado negro y las medicinas que envían los cubanos emigrados ¿cuántos morirían habiendo podido salvarse? ¿cuántos se agravarían de sus enfermedades y padecimientos crónicos? ¿cuántos sufrirían si no fuera por esos comerciantes privados que los abastecen de medicamentos?

Porque a falta de farmacias privadas que compren los medicamentos en el exterior o a laboratorios nacionales también privados, como ocurre en el resto del mundo excepto en Corea del Norte, son los “revendedores” y “acaparadores”, como los califica el régimen, los que constituyen la red farmacéutica privada que cubre el vacío absurdo que causa el estatismo comunista.

¿Había falta de medicamentos antes de ser “potencia médica”?

Quienes tienen edad suficiente, como el autor de este artículo, pueden atestiguar que antes del castrismo no había en Cuba revendedores clandestinos de medicinas. Había farmacias por todas partes y nunca hubo cola alguna en ninguna parte para comprar un medicamento, ni clínicas u hospitales sin medicamentos ni lo necesario para atender a los pacientes.

Al señor Martínez, y a sus encumbrados jefes dictatoriales hay que exigirles que no se burlen tan groseramente de los cubanos y reconozcan de una vez que es la crueldad sin límites de Raúl Castro y sus apandillados, que hoy mata a enfermos, agrava a los que padecen males crónicos, hace sufrir de dolores y causa la desnutrición que hace más factible que los cubanos se enfermen más que antes, hasta con la insoportable sarna de los perros callejeros.