Cuando pasen muchos años y el castrismo sea solo materia de estudio de historia de Cuba, los historiógrafos al llegar al período final del régimen, en la tercera década del siglo XXI, la primera impresión que recibirán es que los dirigentes de la cúpula dictatorial eran imbéciles o retardados mentales incapaces de darse cuenta de que el sistema económico comunista no funcionaba y repetían una y otra vez las mismas cosas esperando tener resultados diferentes, y magníficos.
Regresemos al presente y veamos por qué. Hace unos días en La Habana tuvo lugar la Segunda Jornada Económico-Productiva, para “mejorar todas las formas de gestión y propiedad del país y el fortalecimiento de sus potencialidades”, pero no se hizo ni referencia siquiera a las verdaderas causas de la crisis de la economía, ya a punto de colapsar.
Con el país en ruinas y la gente ya pasando hambre la viceministra primera de Economía y Planificación, Leticia Morales, aseguró que hay “una recuperación gradual de la economía nacional” y que hay que “fortalecer y concretar la estrategia económico-social de la nación para este año”. Y la ministra de Comunicaciones dijo que lo que hay que hacer es mejorar las formas de gestión estatales para “garantizar el desarrollo y bienestar de los cubanos”.
En el propio foro se insistió en incrementar “la sustitución de importaciones, las exportaciones y la satisfacción de las necesidades de la población”.
Elevar la “conciencia” para que haya gran abundancia de todo
¿Y qué hacer para que haya abundancia de todo y poder satisfacer esas necesidades?
La fórmula inédita, sorprendentemente novedosa, la dio el vicepresidente del gobierno y ministro de Economía, Alejandro Gil, quien sin sonrojarse convocó a un “alto grado de conciencia“ (le faltó ponerle el apellido de “revolucionaria”) en los directores, trabajadores, dirigentes y funcionarios estatales para que haya abundancia de todo.
Poco antes el propio Gil admitió en la Asamblea Nacional que en 2021 más de 500 empresas estatales tuvieron pérdidas en cada mes del año. Y luego “Granma” informó que al cierre de febrero de 2022, unas 480 empresas ya estaban reportando pérdidas valoradas en 3,238 millones de pesos (135 millones de dólares).
Lo más desconcertante es que mientras medio millar de empresas estatales dan grandes pérdidas, hay otras 479 empresas que obtienen ganancias por encima del 150%, probablemente las más altas del mundo.
Aprovechan condición monopólica y abusan de los consumidores
¿Cómo es eso posible? No lo es por la excelente calidad de lo que producen, sino porque las empresas aprovechan su posición monopólica comunista en medio de la agobiante escasez para salir de inventarios acumulados –y obsoletos– a precios exorbitantes, de productos que los consumidores están obligados a pagar, pues no hay alternativa posible, no hay cómo conseguirlos si no lo pagan como oro molido a esos monopolios leninistas. Es decir, lo tomas o lo dejas.
Pero, claro, no es esa la explicación que ofrece la dictadura. Según el ministro de Economía esas obscenas ganancias socialistas se deben a que los jefes de empresas estatales elaboran planes “cómodos y complacientes por debajo de sus potencialidades”.
Pamplinas, la razón de ese abuso con los consumidores radica en el afán de lucro, o más exactamente de rapiña, que ha entronizado la Tarea de Ordenamiento, según la cual se quiere que las empresas estatales funcionen como capitalistas, cuando no son otra cosa que monopolios comunistas.
El objetivo de la MIPYMES es arruinar al cuentapropismo
Por otra parte, la alta burocracia dictatorial se vanagloria de las más de 3,300 pequeñas y medianas empresas y cooperativas no agropecuarias, denominadas MIPYMES, que se han creado. Pura pantalla. En rigor no son propiedad privada pues están acogotadas y controladas por el gobierno. No tienen autonomía, ni libertad de acción, ni la capacidad para generar y acumular riqueza.
Y es que las MIPYMES fueron creadas por la mafia militar capitalista de Estado para paulatinamente desplazar y arruinar al cuentapropismo y a los pequeños negocios, de manera que no se pueda conformar en la isla un gran sector privado pujante e independiente que le haga competencia al entramado empresarial transnacional militar GAESA. Todo lo demás es maquillaje, propaganda para incautos en Cuba, e izquierdosos extranjeros.
Disfraz capitalista con consignas comunistas de hace 60 años
Volviendo al principio, dentro de no se sabe cuántos años los historiadores luego de creer inicialmente de que quienes dirigían la economía castrista eran morones, al hurgar un poco más en aquella pesadilla se percatarán de que no eran nada anormales, sino una cofradía de vividores militares y civiles, mafiosos y malas personas, que odiaban a los cubanos y se hacían multimillonarios a costa de la pobreza y el hambre del pueblo.
Por supuesto, a los cubanos de hoy lo que les importa es que el modelo socialista los hambrea y empobrece cada vez más, y que en vez de ser desmantelado de raíz el régimen insiste en disfrazarlo de capitalista, a la vez que repite los llamados comunistas idiotas que lanzaba el dueto Fidel Castro-Che Guevara hace 62 años: elevar la “conciencia revolucionaria”.
¿Resucitarán también a la “emulación socialista” y el “Hombre Nuevo”?