¿Qué sería hoy de Cuba y de los cubanos sin la existencia del “imperio yanqui”? ¿Qué pasaría si el “enemigo” decretase de veras un embargo total a la dictadura castrista (como el que casi todo el mundo decretó en su momento contra el régimen racista de Sudáfrica y lo echó abajo) y se prohibiesen los viajes, las remesas y paquetes hacia la isla, con excepción de medicinas y visitas excepcionales de cubanos a ver a familiares muy enfermos?

Estas dos interrogantes debieran responderlas quienes usurpan el poder en La Habana y quienes gritan “abajo el bloqueo y se prestan para realizar actos de repudio, y les caen a palos a compatriotas suyos pacíficos en las calles.

Y la respuesta es una sola: la economía nacional colapsaría, muchos cubanos pasarían hambre, y no pocos morirían de inanición o de enfermedades curables. Otros estarían fatalmente desnutridos, famélicos, con enfermedades crónicas, y vistiendo puros harapos.

Por no ser una economía normal (de mercado), la castrista es totalmente parasitaria. Al suprimirse la libre empresa el país perdió la capacidad de sustentarse a sí mismo. Para sobrevivir, Cuba, (más exactamente Fidel Castro) devino algo así como proxeneta internacional que sólo puede mantenerse a flote si un mecenas la subsidia. El primer “paganini” fue Moscú, luego Caracas y ahora irónicamente es la emigración cubana, más del 90% radicada en EE.UU.

Las dos preguntas de arriba vienen hoy al caso por las facilidades que está dando la dictadura de Raúl Castro para recibir paquetes y dólares al por mayor desde EE.UU. y las concesiones unilaterales que está haciendo la Administración Biden al castrismo para aumentar ese flujo de dinero y mercancías hacia la isla.

Una de las medidas recientes, entre otras, fue el convenio firmado hace unos días en La Habana entre la compañía Maravana Cargo, de Florida, y AeroVaradero S.A. propiedad de la mafia militar que manda en Cuba, para transportar a Cuba envíos de todo tipo pagados por los emigrados cubanos. Se dijo que ello acortará “los tiempos en la entrega de mercancía no comercial enviada desde EE.UU.”

El que hay que acortar, ¡ya!, es el tiempo de la dictadura

Y ahí está el detalle. Si de acortar tiempos se trata, el que hay que acortar es el de la dictadura en el poder, y eso no se logra financiándola. Porque el grueso de los dólares que los emigrados cubanos envían o llevan personalmente a Cuba termina en manos del gobierno, y que la paquetería suple la escasez que causa el comunismo en la isla.

Pero es este es un tema polémico. Nadie quiere que sus familiares en la isla pasen hambre, o no tengan las medicinas que necesitan. Y al mismo tiempo, con dólares y suministrando alimentos y productos imprescindibles que la “revolución” es incapaz de producir necesariamente se alarga la pesadilla comunista en Cuba, que ya sin duda está en su fase final y solo hay que darle un empujoncito para que caiga.

Volviendo al punto, en las escuelas y en los textos castristas de historia durante 63 años se ha insistido en que Cuba antes de 1959 era una neocolonia de EE.UU.  Claro, a los medios y a los académicos en la isla se les prohíbe mostrar, con cifras, que la Cuba “revolucionaria” fue mucho más dependiente de la Unión Soviética que la Cuba “burguesa” de Estados Unidos. Y que hoy por hoy Cuba depende de EE.UU mucho más que nunca antes en toda su historia.

Cuba depende hoy mucho más de EEUU que antes de 1959

Los comunistas antes del castrismo, nucleados en el Partido Socialista Popular (PSP), criticaban la “humillante dependencia” que tenía Cuba de Estados Unidos en lo económico y comercial. En 1957 una figura importante del PSP, el economista Oscar Pino Santos, escribió un ensayo en el que denunció la vergüenza de que Cuba importaba el 29% de los alimentos que se consumían en la isla (en verdad no llegaba al 25%). Pino Santos (luego uno de los redactores de la ley de Reforma Agraria en 1959) aseguraba que solo el socialismo en Cuba acabaría con esa desgracia.

Llegó el socialismo (cosa que Pino Santos ni nadie en el PSP pudo imaginarse) y Cuba pasó a importar más del 80% de los alimentos que consume. Y hace rato EE.UU. es el mayor proveedor de la única proteína animal que de hecho consumen los cubanos, carne de pollo.

Según cifras oficiales en los años 50 EE.UU. adquiría el 57 % de las exportaciones totales de Cuba. La isla vendía al resto del mundo casi la mitad de sus bienes exportables.

Se recibió de EEUU cinco veces más dinero que por el turismo

En cambio, de la dependencia de la URSS, según el eminente economista cubano Carmelo Mesa-Lago, en 1989 Cuba recibió de la URSS y en mucho menor grado de otros países “hermanos”, el 98% del petróleo, 80% de la maquinaria, 57% de los productos químicos y 53% de los alimentos.

Luego del destete castrista de su nodriza soviética, se fue al otro lado del Atlántico y depende entonces del país que la “bloquea”. Solo entre 2008 y 2018 Cuba recibió netamente, libre de polvo y paja nada menos que $57,269 millones de dólares, entre remesas ($29,948 millones) y mercancías ($27,321 millones), y el 90% procedió del “enemigo”, o sea $51,543 millones fluyeron desde el “enemigo”

En tanto, en esa década los ingresos brutos por el turismo fueron de $26,660 millones, y $10,131 millones los ingresos netos (restándoles los dólares que volaron al extranjero en importaciones para el sector turístico)

Conclusión: el país “bloqueado” recibe de su “bloqueador” ¡cinco veces! más ingresos netos que el que capta su principal industria.