La dictadura de Raúl Castro y su burocracia gubernamental ante la presión de “la calle” (la gente harta de pasar hambre, apagones y una escasez de absolutamente todo, ya insoportable), lejos de desmantelar el absurdo modelo estalinista y hacer que Cuba regrese a la normalidad de una economía de mercado, sigue alargando el sufrimiento de los cubanos.
No libera el fértil campo del acogotamiento del Estado y permite que los agricultores privados alimenten a la población como en todos los países normales, sino que ha decidido aumentar su chantaje a los “gusanos” y “vendepatria” que han emigrado.
Lo nuevo ahora no es la apertura al fin de la economía para producir bienes y servicios, sino facilitar y estimular las importaciones individuales, fundamentalmente de alimentos. Y no con el dinero que el Estado roba a los trabajadores al pagar salarios de hambre, o los militares a los consumidores en las shopping, sino con los dólares de la diáspora. Esta vez con el concurso de las llamadas “mulas”, y los traficantes asociados a la mafia militar.
¿Posible hambruna?, pues no liberar el campo, sino más“mulas”
El Ministerio de la Agricultura (MINAG) autorizó hace poco la entrada libre a Cuba de todo lo que durante décadas prohibió dizque para evitar la entrada de bacterias, virus y enfermedades a la isla.
Se puede ahora entrar en la isla por las aduanas carne fresca de vaca, de cerdo, de cabra y ovejas selladas al vacío y congeladas, deshidratadas o saladas. También quesos pasteurizados, embutidos, conservas de pescados y mariscos, leche fluida, evaporada y condensada, y otros productos, como parte “de las importaciones que realizan los viajeros”, ya sean emigrados o “mulas” que viajan al extranjero a comprar de todo con dinero también de la diáspora, y regresan al país a vender a altos precios esos productos “importados”.
O sea, de pronto el Centro Nacional de Sanidad Animal (CENASA) da un giro de 180 grados y anuncia la “flexibilización de las regulaciones sanitarias especiales para la importación en Cuba de alimentos de origen animal que hasta ahora estaban prohibidos para los viajeros.
¿Ocurrió un milagro y ahora esos animales ya no se enferman? No, exactamente. Se trata de hacerle caso al poeta romano Virgilio: “el hambre es mala consejera”.
Y como Castro II no quiere “traicionar” la misantropía hambreadora legada por Castro I, ahora para evitar una hambruna nacional fatal, o que muchos cubanos se invaliden físicamente a causa de la desnutrición autoriza, o mueran de inanición, da luz verde a las “mulas” para que al menos haya un poco más de alimentos en la isla.
Una bien engrasada industria que enriquece a mafiosos
El “mulismo” y la paquetería en grande combinados constituyen una muy bien engrasada industria, con más sombras que luces, aunque a priori no se perciba así.
Por una parte, evita que la gente padezca de hambre generalizada, y que cubanos mueran de enfermedades curables por falta de medicamentos. Pero también potencia el enriquecimiento de la mafia militar que controla los aeropuertos y las aduanas cubanas, dispara las “mordidas” (un formidable mexicanismo) de funcionarios y empleados aduaneros que cobran sobrepesos inexistentes, o cobran solo por dejar pasara el bulto que lleva el viajero.
Y también multiplica las ganancias de empresarios radicados en el extranjero, incluidos mercaderes inescrupulosos estrechamente vinculados a la élite dictatorial, como es el caso de Hugo Cancio y otros, que a su vez “salpican por la izquierda” a jerarcas castristas con billetes verdes por dejarlos lucrar con el bloqueo interno a las fuerzas creadoras, impedidas de producir dentro de la isla.
Solo en la segunda quincena de agosto de 2022, luego de entrar en vigor la apertura aduanal llegaron a Cuba 410 toneladas de grandes bultos en 60 contenedores. Y se esperan 750 toneladas en septiembre con alimentos, medicinas y misceláneas.
El tiro podría salirle por la culata a la dictadura
Este negocio “mulismo”-paquetería es tan boyante que el régimen (Correos de Cuba) va a automatizar el sistema y ha subcontratado a empresas estatales (robos al seguro) y 14 entidades privadas para gestionar el volumen de mercancías esperado.
Pero, ojo, a Raúl “El Cruel” y sus secuaces también podría salirle el tiro por la culata. Al abrirse las aduanas a la importación privada de carnes y otros alimentos desaparecidos de los mercados en la isla los emigrados cubanos van a empezar a priorizar alimentar ellos directamente a sus familiares enviando paquetes y no enviar más dinero en cash que saben es secuestrado por GAESA y no llega a su gente querida.
En fin, esta jugada castrista irónicamente podría dar un vuelco a la forma en que la diáspora apoya a sus familiares en la isla: enviar paquetes y no dinero en efectivo que termine en las fauces de la claque dictatorial.