El plebiscito (o referendo) realizado para la aceptación formal (ya había sido aprobado por el dizque Parlamento) formal, o no, del Código de las Familias fue un fracaso político explícito, por mucho que los magos de la dictadura hagan alarde de prestidigitación estadística para presentarlo como una victoria política.

Falso, no lo fue. Empecemos por el “ausentismo”. Por primera vez en la historia del castrismo los cubanos se negaron a votar en masa, pese a la presión abrumadora del régimen para ir a votar. El 26% de los votantes inscritos no hizo caso a la machacona campaña de presión e intimidación psicológica y política. No acudieron a las urnas

De 8.447.467 de electores registrados, ejercieron el derecho al voto 6.251.786. Tamaña abstención habría provocado un infarto fulminante a Fidel Castro, luego de un arrebato de cólera a lo Calígula, o el Aquiles de “La Ilíada”.

En los dos referendos anteriores (léase simulacros totalitarios para vender imagen) para la “aprobación” de la Constitución comunista de 1976, y luego la de 2019, la participación de los votantes fue del 98% y el 84,4%, respectivamente. Vale aclarar que son cifras que fueron infladas y la verdad nunca la sabremos.

En verdad el NO superó al Sí; el régimen perdió el referendo

Ahora, del 74.01% de votantes que acudieron a los centros de votación casi dos millones (1.950,090 de personas) se atrevieron a votar NO. O sea, el 33% de los votantes no le hizo caso al PCC, y votó en contra.

Claro, las más significativas estadísticas no son las que el régimen ha revelado (han sido manipuladas más que nunca) la prensa oficial, sino las que pueden surgir de esa maravilla infalible que son las matemáticas al calcular otras que sí son las que cuentan.

Por ejemplo, si al 26% que se negó a votar se suman el 4% de los votos anulados o en blanco (casi todos a propósito) y al 33% de votantes que puso NO en la boleta, eso arroja un porcentaje de un 63% que es como si hubieran votado NO. O sea, los opositores al Código superaron en la práctica el 50% de los votos, entre los emitidos y los ausentes. De manera que el régimen de hecho perdió el referendo.

Si claramente votaron a favor los miembros de la Comunidad Lesbiana, Gay, Bisexual y Transgénero (LGBT) pues este nuevo código los beneficia. Pero eso no significa que hayan votado a favor de la dictadura. Ello es una paradoja, pues los integrantes de la LGBT en su mayoría detestan a la dictadura pues se saben marginados y discriminados. O sea, el régimen obtuvo votos de personas que políticamente rechazan el castrismo.

Contrapropaganda al YoVotoSi que circuló en las redes

Datos oficiales falseados y “observadores” para intimidar

Pero, no se trata aquí de hacer cálculos basados en datos que no pueden ser verificados por nadie, y que a todas luces son falsos. En ninguna tiranía totalitaria, sea comunista, fascista, teocrática, o de otra índole, las estadísticas son confiables. Forzosamente son manipuladas.

Sobre todo en Cuba, donde impera desde 1959 la máxima de “solo es verdad lo que me es útil” que formulara el padre del cinismo pragmático estadounidense, el filósofo William James (1842-1910). O sea, la cifra de 1.9 millones que votaron NO fue superior, pero no útil para el castrismo. Incluso puede que haya superado el 50% de los votos válidos.

Por otra parte, la prensa oficial antes del plebiscito destacó: “activistas voluntarios que forman parte de la plataforma cubana de Observación de Derechos Electorales (ODE) estarán este domingo recorriendo varios colegios electorales en varios municipios de La Habana y en al menos otras tres provincias para evaluar la participación ciudadana en el referendo del Código de las Familias”.

Pamplinas. Esos “observadores” seguramente eran militantes del PCC y la UJC, o no militantes cuidadosamente seleccionados, convocados para una “tarea revolucionaria”: evitar que votasen los disidentes y presionar o intimidar con su sola presencia a los votantes a no “cometer el error” de votar NO.

Eso tuvo todas las trazas de una maniobra del PCC para vender imagen ante la prensa extranjera y con el verdadero objetivo de exacerbar entre los votantes la paranoia de los cubanos, que durante décadas se han sentido vigilados y controlados. No pocos creen que en los centros de votación en la isla hay cámaras ocultas, sensores, etc, que los van a detectar si no hacen “lo correcto”, votar por el régimen, sea lo que sea.

Algo que aterra al régimen: los cubanos están perdiendo el miedo

Pero los tiempos cambian. Tales maniobras y campañas mediáticas ya no son muy efectivas que digamos. Hoy los vividores de la cúpula dictatorial chocan con una verdad que los aterra: los cubanos han perdido ya el miedo, o lo están perdiendo rápidamente. Esta victoria en las urnas así lo evidencia. Aun con los datos manipulados ya sabemos que el total de votos por el NO superó al Sí.

No le salió bien la jugada a Raúl “El Cruel” y los mafiosos que lo sustentan.  El próximo referendo debiera ser el que los cubanos sí quieren: ¿Desea que el actual modelo-sistema político y económico en Cuba continúe?