Algo que por sí solo hace añicos lo que aún algunos izquierdosos siguen llamando “revolución cubana” y soñando con Max y sus musarañas, es el cataclismo económico, social y humanístico causado por la dictadura castrista, sino detenerse solo en el virtual colapso del sistema electro-energético de la isla.

La dirigencia “revolucionaria” en vez de invertir capital en la destartalada e insuficiente infraestructura del país lo dedica a la construcción de hoteles, para turistas que no llegan y prefieren irse a República Dominicana. Baste decir que en 2022 la tasa de ocupación hotelera en Cuba fue de un 14%, la más baja de Occidente, y una de las peores del mundo.

Sin embargo, en 2022 el régimen prácticamente no invirtió nada en la infraestructura energética el sector energético. Y 13 veces más dinero en el sector turístico que en la agricultura para producir alimentos para una población que pasa hambre, según admite ya hasta la ONU. Tampoco ha invertido en las restantes industrias fundamentales.

Al derrumbe escandaloso de la industria azucarera agreguemos el colapso de la industria pesquera, el descalabro de la industria ligera y pesada, de la industria alimenticia, de la agricultura, la minería, de las exportaciones de bienes, de los servicios productivos, del transporte de carga y de pasajeros. En fin, de toda la economía nacional en su conjunto.

Detengámonos en la generación de electricidad. Ya los apagones en Cuba son parte del paisaje y la cultura nacional. Las oscuras noches medievales evocan los tiempos de Marco Polo, o de Juana de Arco.

La dictadura en 30 años no ha invertido en el sector energético

Y es que en los últimos 30 años el régimen comunista no ha invertido prácticamente nada en la imprescindible industria electro-energética. El propio Lenin definía al socialismo ruso como “el poder de los soviets más la electrificación”

No se ha invertido prácticamente nada para renovar, modernizar y aumentar la capacidad de generación y realizar el adecuado mantenimiento de las vetustas plantas eléctricas. Por eso, de los 3,200 megavatios (MW) que se necesitan generar hoy para satisfacer la demanda nacional, solo se generan entre 1,900 y 2,300 MW, y con mucha suerte, pues es un verdadero milagro que todas la termoeléctricas funcionen a la vez.

En cuanto a la falta de mantenimiento, hay cuatro causas básicas: 1) Falta de divisas para adquirir el equipamiento necesario para el mantenimiento; 2) falta de petróleo para poner a tope las termoeléctricas; 3) ineficiencia e incapacidad técnica del personal encargado del mantenimiento; y 4) las pocas ganas de trabajar que tienen esos operarios, que se sienten explotados, abusados y hambreados por el socialismo y la dictadura.

El régimen no invierte en Cuba, y paga $3,120 millones a Turquía

¿Qué hace el gobierno de la “continuidad revolucionaria” ante semejante descalabro de la energía eléctrica? Respuesta: sigue construyendo hoteles de lujo y le alquila plantas termoeléctricas flotantes a Turquía, a la compañía Karadeniz Holding, a un costo de $260 millones de dólares mensuales, es decir, $3,120 millones de dólares al año. ¡Le zumba el mango!

Se trata de barcos en los que se instalan generadores de electricidad que funcionan con fuel oil (residuo que queda después de refinar petróleo crudo con alto contenido en azufre), combustible, además, que Cuba ya produce muy poco y que no puede importar en cantidades suficientes debido a la quiebra financiera castrista.

La primera planta flotante del antiguo imperio otomano llegó a Cuba en abril de 2019.  Actualmente hay en puertos cubanos siete de esas plantas que se supone hasta 650 MW, si le suministran el petróleo suficiente. El régimen tiene que pagar más de $3,000 millones anuales de dólares por ese servicio.

Ingenieros y economistas independientes estiman que el agonizante sistema energético de Cuba requiere de una urgentísima inversión de $10,000 a $15,000 millones de dólares. Las vetustas termoeléctricas cubanas siempre están accidentadas, o paradas por un sinfín de problemas, todos inherentes al castrismo-comunismo, o por mantenimientos que son los más chapuceros, lentos e ineficientes de todo el planeta.

Los apagones no tienen solución sin el fin del régimen castrista

Como no hay divisas suficientes para pagarle a Karadeniz Holding lo que pide, la dictadura decidió entregarle a esa compañía turca la gestión de lo que oficialmente es propiedad del pueblo cubano, el astillero de La Habana, según dijo a “CiberCuba” una fuente de GAESA, que obviamente no dijo su nombre.

Lo que no dijo esa “garganta profunda” fue que la gestión de ese astillero cubano de ninguna manera puede generar ni la octava parte de los $3,120 millones que cuestan anualmente las plantas flotantes.

Por otra parte, ni Moscú, ni Pekín están ya dispuestos a invertir dinero en grande en la isla. Ni a prestarle un centavo más que saben no van a cobrar, y mucho menos rusos y chinos regalan divisas a nadie.

La única solución real que tiene el desastre energético en Cuba es desmantelar de una vez el acogotamiento comunista mafioso nucleado en torno a GAESA. De lo contrario la isla terminará muerta en vida, apagada, paralizada.