Tal vez Albert Einstein tuvo una premonición o vislumbró mágicamente a la futura “revolución cubana” cuando definió a la locura como: “hacer lo mismo una y otra vez, y esperar resultados diferentes”.
En eso consistió el mensaje de Año Nuevo que la mafia fascista que usurpa el poder en Cuba envió a los cubanos de a pie, en la voz de Alejandro Gil, el ministro de Economía no economista, al hambriento pueblo cubano: “Nosotros estamos hablando de aumentar el papel del Estado como ente regulador en la economía, de intervenir en el mercado cambiario. No estamos hablando de más privatización”.
Bueno, a decir verdad, en el caso cubano no hay propiamente locura, sino “sirvengüenzura”, y valga la rima, que no es lo mismo.
En síntesis, el mensaje dictatorial para 2024 es que habrá “más socialismo, y no menos. O sea, más escasez, hambre, apagones y pobreza extrema. Raúl “el Cruel” a quien no quiere caldo le da tres tazas.
Insisto en Raúl Castro porque es él, personalmente, a la cabeza de los dinosaurios históricos nonagenarios que aún mandan políticamente en Cuba, quien frena a rajatabla cualquier atisbo de realismo elemental por parte de la cúpula burocrática que integra el gobierno nominal del país. Un realismo que ya incluso es cosa de vida o muerte para la sobrevivencia del propio régimen.
El ¿general? de cuatro estrellas (que no combatió ni en el Moncada ni en la Sierra Cristal) no quiere “traicionar” el legado estalinista de su hermano, héroe y paradigma.
No es liberal, es terapia de choque comunista hambreadora
El mensaje por el Nuevo Año lo hicieron a dúo el mencionado Gil, también vicejefe del gobierno, y el ministro de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro. Y consistió primeramente en “celebrar con júbilo, optimismo y seguridad la victoria en el 65 aniversario de la Revolución”, según dijeron ambos vividores ante las cámaras de la TV en el programa Mesa Redonda.
Luego, ya entrando en materia, afirmaron que el nuevo “Paquetazo” de medidas económicas que sustituye a la desastrosa Tarea de Ordenamiento, “no es neoliberal, sino más socialismo, y responde a las inquietudes manifestadas por el pueblo”.
Tienen razón, pues el neoliberalismo no existe. No hay ningún “neo” (nuevo) liberalismo económico, sino uno solo, el clásico y único, el de la libre empresa y libre mercado que rige la “mano invisible” de Adam Smith, y cuyos cimientos, llámenle como le llamen sus detractores, es que la función del Estado no es la de ser empresario, sino la de proteger y garantizar con leyes y regulaciones el buen funcionamiento de la economía basada en la propiedad privada.
El vocablo neoliberalismo es un sambenito izquierdoso realmente ridículo. Pero al grano, ahora en Cuba se pondrá en marcha un programa que no es liberal, sino una terapia de choque comunista. O sea, sin capitalismo, sin liberar las fuerzas productivas con su infinita capacidad de producción para aumentar la oferta para una demanda insatisfecha al punto de que los cubanos están pasando hambre.
Hoy en la isla no pocos ciudadanos mueren de hambre y por falta de medicinas, pero no hay como documentar esas muertes, pues la dictadura ordena a los médicos a poner otras causas del fallecimiento, jamás por hambre, falta de medicinas, o de asistencia médica.
El plan es ahogar al sector privado no enchufado al régimen
Este paquetazo es para aumentar los costos de producción y los servicios en el sector privado, y cobrar más impuestos para subsidiar a las irrentables y destartaladas empresa estatales, los antiguos “consolidados” que inventó el argentino trostkista Guevara luego de la estatización masiva de la economía cubana el 13 de octubre de 1960.
Así el régimen retrocede en vez de avanzar, al centralizar más las decisiones económicas y controlar más al sector privado. Será ahora nuevamente el Estado el que impondrá centralmente el precio de venta en los negocios privados y las Mipymes. Y encima ha dejado sin efecto las exenciones de impuestos provisionales que tenían esos negocios, que fue lo que hizo posible crear dichas Mipymes. Ahora miles de ellas van a quebrar.
El gobierno ahora también va a intervenir en el mercado cambiario informal, que es donde únicamente se pueden adquirir dólares (que ya se cotiza hasta en 275 pesos por cada dólar) los propietarios de esos negocios para importar lo que necesitan para operar y vender.
Con estas medidas raulistas claramente se hace lo contrario a lo que necesita desesperadamente Cuba, que es desmantelar el sistema de centralización económica y restaurar la economía de mercado, la misma que en 1958 ya se acercaba con magnífico ritmo al Primer Mundo, según las estadísticas de la ONU.
Conclusión, el propósito en esto, que se ha presentado como para “corregir distorsiones”, versión actualizada del estalinista “Proceso de rectificación de errores” lanzado por Castro I hace casi 40 años, es asfixiar al sector privado realmente independiente y dejar solo con vida a las mipymes enchufadas a GAESA y el gobierno, ya sea por vía familiar, o política, o con compinches allende los mares inescrupulosos tipo Hugo Cancio.