En Cuba, como isla soleada del Trópico, se dan las más deliciosas frutas tropicales. Formaban parte de la cultura y del propio paisaje isleño la piña, el mango, el mamey, la frutabomba (papaya), el anón, el níspero, la guayaba, el mamoncillo, la guanábana, el tamarindo, la chirimoya, la ciruela, el caimito, el marañón, o el canistel.
Pero llegó el comandante y mandó a parar. El disfrute de las frutas sabrosas se acabó. Hoy hasta los mangos escasean. Cuando “aparecen”, un mango solo cuesta hasta más de un dólar en el mercado negro. Y son millones los cubanos citadinos que jamás han visto un canistel, un caimito, un níspero, o un anón.
Detengámonos en el mango, la estrella de las frutas cubanas por su delicioso sabor, sus propiedades nutritivas y vitamínicas, y por ser la más abundante fruta tropical en la isla. Es oriunda de Asia y la fruta nacional de la India. Allí es el “árbol de la sabiduría“, pues se dice que Buda alcanzó “la iluminación” bajo una mata de mango.
A Cuba llegó en 1782. Según el historiador Antonio Bachiller y Morales las primeras semillas fueron plantadas en la finca de Micaela Justiz, esposa del Conde de Jibacoa (Jerónimo Espinosa) en La Habana.
De fruta más abundante a muy escasa; y se pudren en el campo
Ya en el siglo XIX el mango era la fruta más común de Cuba, con una formidable variedad de gustos y tamaños. Era tan abundante que en muchos lugares los regalaban a quien quisiera cogerlos, o se los echaban a los puercos como alimento.
¿Y qué pasó? Ahora hay cada vez hay menos, y encima se pudren en los “sovjoses” (granjas estatales) y en las fincas privadas porque el monopolio castrista del comercio agrícola, Acopio, no tiene camiones, o están rotos, o no hay gasolina. Y tampoco hay interés en ir a recoger nada de nada. Y lo peor, no permite que los agricultores los lleven por su cuenta al mercado o los regalen antes de que se pudran. La dictadura prefiere que se pudran antes de que los campesinos los vendan libremente.
Hace unos días periodistas independientes reportaron desde Camagüey que se pudrieron 80,000 libras de mangos que ya estaban en sus cajas listos para ser transportados a los agromercados. Acopio no los fue a recoger. Agricultores privados de esa provincia denunciaron que toneladas de mango se han perdido por ese motivo.
Campesinos pierden las cosechas; Acopio no las recoge
Anteriormente, no hace mucho la prensa libre cubana informó que más de 2,600 toneladas de mango se perdieron en los campos de Guantánamo por falta de envases y por roturas en las plantas procesadoras. La producción total de mangos fue de 6,794 toneladas, es decir, se perdió el 38% de la toda cosecha. ¿Podía ocurrir algo así en los campos cubanos antes del comunismo?
“Nosotros hubiéramos llenado el carretón (…) para salir a venderlo, aunque fuera en los repartos cercanos, pero no tenemos la autorización”, se quejó el 14 de junio de 2021 el campesino Ricardo Montaña, a quien se le pudrieron 130 cajas de mangos porque Acopio no los fue a recoger.
Al campesino Agustín Garrido, también de Camagüey, le pasó lo mismo. Aprovechó la maduración adelantada y junto a su familia recogió los mangos en la finca pero los días pasaron. Acopio se apareció a los 10 días cuando ya se habían podrido 320 cajas de mangos (13,000 libras).
“Desistí de tumbar (los mangos) explicó Garrido. Para tenerlo aquí apilado y ver cómo se pudren, los dejo en el mangal. Duele ver como se pierde la comida y que uno no pueda ni regalarla”.
Pese a la falta de compotas para bebés por falta de hortalizas, el régimen deja podrir más de seis toneladas de mangos solamente en esa finca. Y aquí es oportuno destacar que el mango no es solo muy sabroso, sino muy rico en nutrientes y vitaminas. Los dietistas lo recomiendan mucho por su alta cantidad de fibra, calcio, betacaroteno (contra el cáncer). Es rico en vitamina A y otras, excelente para los huesos, la piel, contra el estreñimiento, etc.
Fidel Castro arrasó con miles de matas de mango
La escasez de mangos en los mercados en Cuba no solo se debe a que con el estatismo socialista se producen muchos menos mangos que antes de 1959, con el doble de habitantes, sino por culpa personal de Fidel Castro.
A fines de los años 60 el psicópata dictador ordenó desbrozar 215,000 hectáreas de tierra y acabó con millones de árboles frutales, incluyendo infinidad de grandes mangales. Fueron arrasados con 800 buldóceres y otros equipos que junto a 700 costaron $500 millones de dólares en Francia e Italia.
Fidel Castro dijo que aquella deforestación era para sembrar arroz y caña, pero nunca lo hizo. Hoy esas sabanas desmontadas son océanos de marabú. Además, como efecto colateral aquella irresponsable deforestación según los expertos fue una cusa clave en agravamiento de las sequías en la isla.
Conclusión: los cubanos hoy ni mangos pueden comer para matar el hambre. Y no pueden gracias a la “continuidad” estalinista y a Fidel Castro personalmente.