No ha habido nunca en todo Occidente un gobierno que haya sido más cruel con su propio pueblo, y por tanto tiempo, que el que usurpa el poder en Cuba nada menos que desde mediados del siglo XX.
En medio de una crisis humanitaria sin precedentes con el Covid-19 expandiéndose sin control por la isla, matando adultos y niños a diestra y siniestra por culpa expresa del propio gobierno, y con la gente pasando hambre por la escasez de alimentos que causa el estatismo socialista, la dictadura de Raúl Castro lejos de aflojar la mano y liberar las fuerzas productivas para que haya más alimentos, y de todo, las asfixia cada vez más.
La noticia casi pasó inadvertida, pero es grave, pues agudizará la escasez de alimentos y el hambre en La Habana y revela la catadura moral de los vividores mafiosos que mandan en la isla. En un recorrido del viceprimer ministro Jorge Luis Tapia por mercados agropecuarios de La Habana, como encargado por el régimen de “atender” al gobierno capitalino, el conspicuo burócrata anunció que serán suprimidos ya oficialmente los llamados mercados agrícolas de oferta-demanda.
Pasarán a Acopio, que deja podrir los productos en el campo
Tapia dijo que la Empresa de Mercados Agropecuarios (EMA) estaba en proceso de desintegración, que sus activos pasarían a la Empresa Provincial de Acopio, y que todos los mercados agrícolas ahora privados serán administrados por empresas agropecuarias estatales, cooperativas de créditos y servicios, y Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), estatales, y célebres por sus desastrosos resultados productivos.
Por cierto, la empresa de Acopio citada es la misma que deja podrir en los campos los productos contratados a los agricultores por la falta de camiones y piezas de repuesto, de envases, de combustible, y sobre todo por las pocas ganas de trabajar de sus empleados. Ya ni los campesinos van a proveer más productos a los precios miserables que les paga el Estado (Acopio), y encima habrá menos de todo a la venta, pues Acopio no recogerá las cosechas a tiempo.
En tanto, la EMA comprende, o más bien comprendía, los mercados estatales, que siempre funcionaron con precios topados y fijados arbitrariamente por el gobierno, pero también los mercados agropecuarios que trabajaban con precios libres, según la ley de la oferta y la demanda, y que eran abastecidos por campesinos y comercializadores privados, hasta que fueron igualmente acogotados por topes absurdos de precios.
El tope de precios es contra natura, desabastece los mercados
Precisamente por el tope de precios esos mercados oferta-demanda se desabastecieron. En buena medida ya habían dejado de existir. Empezaron a languidecer desde que en agosto de 2020 el régimen impuso el tope de precios en los mercados agropecuarios del país.
El administrador del régimen, Miguel Díaz-Canel y sus burócratas no hicieron caso a los economistas que les advirtieron que los topes de precios son contra natura y causarían más escasez e inflación. Y así fue. Tan pronto fueron implantados en agosto de 2020 comenzó la escasez extrema en los mercados. Muchos de los comerciantes privados cerraron sus tarimas y se fueron.
Por el contrario, las leyes económicas son naturales e inviolables. No se les puede meter miedo “revolucionario” y son implacables cuando se les ignora. Si campesinos y comerciantes agropecuarios privados con los precios topados no cubren sus cada vez mayores costos (insumos, equipamiento, transporte, combustible, etc); o ganan muy poco, pues producen menos o dedican sus cosechas a otros fines, o venden “por la izquierda” a comerciantes minoristas a escondidas del “Gran Hermano” comunista, o venden ellos mismos en el mercado negro a precios más altos.
¿Por qué ä precios más caros? Los campesinos y comerciantes privados además de cubrir costos y obtener una ganancia aceptable tienen que agregar al precio de venta una prima extra para protegerse contra posibles multas exorbitantes, y por correr el riesgo de ir a la cárcel por comerciar ilegalmente sin pagar impuestos.
Furtivos “puntos de venta” sí tienen viandas, frutas y vegetales
Claro, de la mano invisible de Adam Smith van apareciendo en La Habana y en toda la isla “puntos de venta” clandestinos que fijan sus precios de acuerdo con la ley de la oferta y la demanda. Esos sí tienen las viandas y las frutas que no hay en los mercados reconocidos por el Estado.
Ello revela que la escasez agobiante de productos agropecuarios en Cuba es responsabilidad directa de la cúpula dictatorial, que en vez de dar libertad para producir y comerciar alimentos la suprime, o la torpedea, incluyendo los topes de precios y multas elevadísimas.
Ante la aplastante evidencia de que son los topes de precios los que causan el desabastecimiento lo que ha decidido el dictador Castro II, y cumple sin chistar Díaz-Canel, no es suprimir esos topes retranca de la producción y el comercio y restaurar la economía de mercado, sino cerrar el poquísimo espacio de libertad económica que habían concedido al sector agropecuario.
Conclusión: con este paso los vividores de la mafia gubernamental empeoran la ya muy crítica escasez de productos del campo y agravan el hambre, en medio de la peor pandemia en la historia republicana de Cuba
¿Hasta cuándo?