¿Qué esperan los militares millonarios que usurpan el poder para hacer lo que forzosamente habrá que hacer en Cuba, sea quien sea el relevo del dictador nonagenario, para acabar con el hambre y la miseria?
Preguntas como esta se hacen a diario los cubanos. Pero “el hombre piensa según vive”, como decía él propio Marx, (y antes que él otros filósofos), y la cúpula dictatorial vive en una burbuja de pura ”dolce vita”, a años luz de la patética realidad del pueblo que dice representar.
Pero vayamos al grano. El 15 de abril de 2021 el diario Granma anunció con tono optimista y regocijante las 63 medidas adoptadas por el régimen para “incrementar la producción de alimentos y satisfacer las demandas no cubiertas de productos agrícolas…”
Luego de elogiar la decisión como sabia y definitiva el libelo comunista citó al viceprimer ministro del gobierno, Jorge Tapia, quien aseguró que las 63 medidas daban “respuesta a problemas estructurales, organizativos, productivos y socioeconómicos identificados (…) en la agricultura en los últimos 10 años”.
Entre las medidas se incluyó una reducción de las tarifas eléctrica y de suministro de agua a los agricultores, y la de los aviones que fumigan plantaciones; un ligero aumento de los precios que paga Acopio en algunos productos; facilitar ciertos créditos bancarios a los campesinos y cooperativas. Pero nada para liberar el campo cubano y poner fin a la explotación abusadora del Estado sobre el campesinado.
Con las 63 medidas 2021 fue el peor año agrícola en 10 años
Lógicamente el plan castrista fracasó. El 17 de abril de 2022 el propio ministro de Agricultura, Ydael Pérez, al hacer su informe de balance de 2021 admitió que de los 37 renglones productivos solo se cumplieron 5, es decir, se incumplieron los otros 32. Y agregó más: “el pasado año fue uno de los peores de la última década” (en la agricultura cubana).
Y los detalles que no dio Ydael emergieron el 10 de mayo último. En 2021 la producción de carne de cerdo (ya en peligro de extinción) se desplomó en -53.5% con respecto a 2020; la carne de res -13.5%, la de ave -20.8%, la de ovino -32.5%, y la leche fresca descendió en un -16%. Claro, eso no lo informó la prensa estatal, sino el economista cubano Pedro Monreal (residente en la isla), quien divulgó en internet fragmentos del informe final sobre la producción agrícola y pecuaria del año pasado.
Cayeron también las producciones de maíz (-7.2%), frijol (-7.3%), cítricos (14.5%) y los frutales (10.8%). El colmo fue que el arroz, fundamental en la dieta cubana, se desplomó en -15.3%, con solo 225,800 toneladas de las 700,000 que se necesitan para cubrir el consumo nacional, fuertemente racionado.
Sin arroz que llevar a la mesa el hambre se disparará en 2022
Peor aún, en 2022 el régimen prevé producir apenas 180,000 toneladas de arroz. Eso, mientras el precio mundial del arroz ha subido dramáticamente. O sea, que de ninguna manera se importarán las 520,000 toneladas faltantes para cubrir el consumo nacional. Y sin arroz que llevar a la mesa familiar el hambre aumentará a niveles muy peligrosos.
Inevitablemente al autor de este artículo le vienen encima recuerdos de 55 años atrás, cuando en octubre de 1967 un grupo de periodistas y de estudiantes de Periodismo asistimos a la puesta en marcha de la “Brigada Invasora Che Guevara” en la zona rural de Puente Guillén, a unos 37 kilómetros de Bayamo.
Por orden de Fidel se empezaron a desbrozar miles de caballerías de tierras en el país para sembrar básicamente arroz, lograr el autoabastecimiento y exportar los excedentes. Castro había gastado 500 millones de dólares en la compra en Francia e Italia de 700 camiones de volteo y 800 equipos pesados (buldóceres, motoniveladoras, etc). Vimos a cientos de militares arrasarlo todo con buldóceres y equipos que arrastraban unas enormes bolas de hierro macizo como salidas de Hollywood. Las palmeras y los árboles muy robustos eran dinamitados y volaban en pedazos. En dos años desaparecieron 15,275 caballerías (215,000 hectáreas) de frutales, bosques, y cultivos.
¿El resultado? Hoy Cuba solo produce el 26% del arroz que consume, y no hay dinero para importar el otro 74%.
¿Será necesario que mueran de hambre para liberar el campo?
Con los datos divulgados por Monreal, el economista Elías Amor (residente en España) calculó que ese desastre productivo en los campos significó un desplome de más de un -15% en el Producto Interno Bruto agropecuario de Cuba. Y eso, a no dudarlo, es un récord continental.
¿Es necesario que los cubanos empiecen a morir de hambre para que la dictadura comunista de Raúl Castro libere al fin las fuerzas productivas del campo y de toda la economía?
Conclusión: la presión de “los de abajo”, ya con síntomas de desnutrición, contra los vividores “de arriba” dará respuesta a esta dramática interrogante.