Da pena, e indigna mucho a la vez, que de un país sus habitantes tengan que huir masivamente al extranjero a buscar desesperadamente lo que en su tierra no pueden tener. Y que se vayan en lo que sea, no importa si pagando mucho dinero para jugarse la vida y atravesar países enteros hasta llegar a Estados Unidos, o en cualquier cosa que flote en el mar.
La nación pierde su más valioso capital, el humano, y su “know how”. Y tiene otras muchas consecuencias fatales para la vida misma de la nación en cuestión. Y si ese éxodo hacia tierras extrañas tiene causas políticas el gobierno responsable de ello debe ser sustituido, o derrocado.
Es así de simple, aunque lamentablemente nunca ocurra. Como afirmaba José Martí, “cuando un pueblo emigra, el gobierno sobra”. Los ciudadanos se hunden en el atraso, la pobreza extrema, el hambre, la insalubridad, y la desesperanza.
Irónicamente ese el caso de Cuba, precisamente la patria de Martí, un país que fue siempre un imán para atraer inmigrantes de todas partes del planeta, hasta que un par de hermanos malhechores asaltaron el poder a tiros e implantaron el comunismo bajo la asesoría de un misántropo argentino, buen conocedor del marxismo-estalinismo, y no tenía pruritos para admitir: “Me gusta matar“.
Cuba fue el país que más inmigrantes recibió en Latinoamérica
Hasta aquel golpe de Estado castro-guevarista Cuba recibía inmigrantes todo el tiempo. El embullo internacional de ir a buscar nuevos horizontes y oportunidades en Cuba se inició con el nacimiento mismo de la república independiente. Estadísticas del antiguo Ministerio de Hacienda de Cuba revelan que sólo entre 1902 y 1930 llegaron a la isla 1.3 millones de inmigrantes, con lo cual casi se duplicó la población de la isla.
En esos 28 años encabezaron la lista 774,123 españoles, 190,046 haitianos, 120,046 jamaicanos, 34,462 estadounidenses, 19,769 ingleses, 13,930 puertorriqueños, 12,926 chinos, 10,428 italianos, 10,305 sirios, 8,895 polacos, 6,632 turcos, 6,222 franceses, 4,850 rusos, 3,726 alemanes y 3,569 griegos. Luego siguieron llegando también libaneses, judíos de los países comunistas de Europa, palestinos, rumanos, húngaros, filipinos y mexicanos (sobre todo de Yucatán), etc. En 1958 había en la embajada de Cuba en Italia 12,000 solicitudes de italianos para emigrar a la isla.
Cuba fue, en proporción a la población total y su tamaño geográfico, el país que más inmigrantes recibió en la primera mitad del siglo XX en toda América. Fue hasta 1958 uno de los tres países de Latinoamérica con mayor ingreso per cápita y mayor desarrollo social. Pero gracias a la “revolución” y su “continuidad” es hoy uno de los tres países más pobres del continente.
El mayor éxodo de cubanos en menos tiempo, otro logro castrista
Repasadas ya estas estadísticas pasamos a la patética realidad actual. Hoy Cuba es un país de emigrantes, desmesuradamente, al punto de que solo en 2022 llegaron ilegalmente a EE. UU casi un cuarto de millón de cubanos, 247,000 en total, si se suman los 227,000 que llegaron a territorio estadounidense ilegalmente, y los 20,000 que lo hicieron con visas y pasaportes, según ha informado el gobierno federal. Se fueron de su isla natal 677 cubanos por día.
O sea, solo para EE. UU en esos 12 meses se evaporٴó de Cuba el 2.2% de su población total. Agréguense los que emigraron para otros países, y advertimos que la isla se está vaciando. Además, eso debiera considerarse un récord continental, pues es una isla y ningún ciudadano puede salir del país caminando, como en países no insulares.
Según un análisis de Study Group el grueso de los cubanos que emigran tienen entre 20 y 40 años. Es decir, se está yendo del país la fuerza de trabajo activa, que va así a crear riquezas en EEUU y otros países avanzados en vez de hacerlo en la empobrecida Cuba.
La pérdida de capital humano hará más difícil la reconstrucción
La estampida de jóvenes además agrava el envejecimiento poblacional y la crisis demográfica. Ya el cubano es el pueblo más envejecido en toda América Latina, y su población disminuye en vez de aumentar. El 23% de la población cubana tiene más de 60 años. Con menos gente trabajando hay cada vez menos producción agrícola e industrial, y el Estado tiene menos recursos para sostener a los jubilados, y para sufragar los gastos de salud pública, educación, seguridad social, para mantener la imprescindible libreta de abastecimientos, o para hacer las inversiones necesarias.
Y hay más. La pérdida de Cuba de capital humano hará más difícil y costosa la reconstrucción del devastado país en el postcastrismo. En pocas palabras, estamos ante un crimen de lesa humanidad cometido por la mafia militar que usurpa el poder en cabezada por Raúl “el Cruel”. Y ese crimen no debe de quedar impune.
Este vaciado de la otrora próspera Cuba obviamente tiene devastadoras consecuencias. De algunas de las consecuencias en detalle de esta estampida de cubanos nos ocuparemos en otro trabajo.