Raúl Castro, el grupo de militares que junto con él integran la mafia privilegiada que ostenta el poder real, y también la burocracia administrativa presidida por Díaz-Canel, subordinada a esa claque militar mafiosa, tienen ahora una consigna: “Compañeros, si aguantamos 7 meses más estamos salvados”.

Tienen  la esperanza de que en las elecciones de noviembre próximo no triunfe Donald Trump,  sino Joe Biden, quien tomaría posesión de la Oficina Oval de la Casa Blanca a fines de enero de 2021, y ya ha anunciado que revertirá las sanciones de la administración Trump contra la dictadura cubana y  resucitará la política de Obama de acercamiento al castrismo para que no sea tan “malito” y se democratice.

Pero esa élite dictatorial,  únicamente interesada en seguir disfrutando de su “dolce vita”,  no tiene en cuenta un detalle:   la muy grave crisis socioeconómica  actual difícilmente podrá “aguantar” siete meses más.

Ya no se trata de si la economía colapsará, sino cuándo.  El andamiaje económico parasitario del castrismo, sin subsidios externos suficientes  ni petróleo gratis,  entró en lo que todo indica es  su fase terminal. Y va haber hambruna en la isla  si el dictador no se decide a liberar las fuerzas productivas y abre el sector privado.

La economía puede paralizarse  en los próximos meses

De no hacerlo,  la economía  puede  prácticamente paralizarse  en los  próximos meses, antes de que Biden pudiera asumir la presidencia en caso de ganar en noviembre y lanzarles salvavidas a La Habana y  Caracas.

El fantasma del desastre económico y probable hambruna ya planea sobre los cubanos. Dada la improductividad del modelo castrista-estalinista, Cuba necesita importarlo casi todo porque no produce casi nada, ni siquiera los alimentos tradicionales  de la dieta básica cubana. Y ese es el problema, que el país ya no puede importar casi nada porque está quebrado financieramente. Las fuentes principales de divisas, que ya venían declinando seriamente, ahora con el Covid-19 se desplomaron a niveles extremos.

Han caído el turismo, los subsidios y el petróleo gratis desde Venezuela;  la cifra de médicos explotados en el extranjero se redujo en 9,000 en 2019. Las exportaciones de bienes  han descendido a su más bajo nivel desde el “período especial” y en 2019  no llegaron a $2,000 millones,  cifra inferior al peor año de los 90, considerando la tasa de inflación. Además,  los precios de los principales productos cubanos, níquel, azúcar y tabaco, están cayendo debido a la crisis económica mundial.

Los viajes de cubanos a la isla se derrumbaron con la pandemia y las sanciones de Washington y las remesas también han descendido con motivo de la crisis económica generada por el Covid-19.

No hay otra solución que no sea abrir el sector privado

¿Qué milagro o acto de magia  esperan Raúl Castro y sus cúmbilas antes de enero próximo que evite el colapso económico? No se ve vislumbra ninguno que no sea liberar el sector privado.

No hay otra solución. Incluso si permitiesen que los 605 908 trabajadores por cuenta propia (en marzo de 2020) y los casi 300,000 campesinos, incluyendo 1,089 cooperativas, pudiesen importar y exportar,  producir sin restricciones ni impuestos  abusivos, y sin los absurdos centros de Acopio en el campo, de entrada  el “bloqueo” casi podría desaparecer.

Y es que la Ley Helms-Burton excluye  al sector privado y atañe solo al sector estatal, muy en especial el de los militares que controlan el 70% de la economía. O sea,  los emprendedores cubanos privados, sean urbanos o rurales, ahora mismo pueden negociar  con empresarios  estadounidenses  y recibir  préstamos y créditos comerciales de bancos como Citibank, Bank of America, Wells Fargo, o Chase, sin problema alguno.

El Estado dejaría de ser la retranca económica

Si solo para empezar en Cuba  se creasen pequeñas empresas, las llamadas Pymes (generan  el 70% del empleo global  y el 50% del Producto Interno Bruto mundial), y otros tipos de empresas privadas en las distintas ramas de la economía, con la posibilidad de obtener  financiamiento privadamente por su cuenta, así como, exportar e importar, el Estado  dejaría de ser la retranca  económica jurásica de hoy, y poco a poco se iría construyendo el sector privado que tanto necesita la nación.

Mientras eso no ocurra  los factores que llevan al desplome de la economía se siguen acumulando. Y para colmo  todo lo agrava la ineptitud del dictador y de la burocracia gubernamental  que no cesan de cometer errores. No saben manejar la crisis.  El equipo de gobierno que dirigen  Raúl Castro,  Machado Ventura, Díaz-Canel y Manuel Marrero,  es el más incapaz que ha habido en Cuba en 60 años.

Claro, no es la incapacidad de los gobernantes, sino la inviabilidad del sistema comunista  la clave de todo, agravada ahora por la coyuntura  externa e interna más desfavorable que ha tenido nunca el castrismo.