El administrador de la burocracia castrista, Miguel Díaz-Canel, no pone una, como se dice en criollo. Luego de decir el disparate de que la base del desarrollo de Cuba son los municipios, y de que la escasez de todo es culpa del “bloqueo” y de los coleros, repite la añeja consigna fidelista de que “la calle es de los revolucionarios”.

Hace un año, en junio de 2019, luego de arreciar la censura y el control sobre el sector cultural, el “presidente” les dijo a los artistas y escritores que debían atenerse a la política cultural fascista impuesta 58 años atrás por Fidel Castro de “Dentro de la revolución, todo, contra la Revolución, nada”, copiada y adaptada por el comandante de una frase de Benito Mussolini: “Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”.

Díaz-Canel remató diciendo que la consigna nada original de Fidel Castro es un principio que se aplicará no solo a los intelectuales, sino a “todos los ciudadanos”.

¿Es capaz Díaz-Canel de advertir que estamos en 2020 y no en 1961, o 1980, pero lo obligan a hacer de dinosaurio?

¿Identificarán a los no “revolucionarios” como a los judíos en la Alemania nazi?

En medio de tan profunda crisis socioeconómica afirmar que la calle es de los revolucionarios paradójicamente equivale a enviar el mensaje contrario, que la dictadura ha perdido la calle y sus jerarcas están haciendo llamados –ya inútiles—al pueblo para recuperarla, mientras al mismo tiempo lo acorrala y arrecia la represión ahora incuso echando a las calles al Ejército por primera vez en 61 años.

Con esa consigna se les niegan sus derechos más elementales a los millones de cubanos que el propio régimen sabe no son “revolucionarios”,  y muchos de los cuales protestan en las colas y gritan que tienen hambre y necesidades de todo tipo sin satisfacer.

Como se pregunta desde La Habana el periodista independiente Reinaldo Escobar en “14ymedio”, ¿Tendrán ahora esos cubanos no castristas ni comunistas “que pedir un permiso para ir por la calle, o se les va a poner en la ropa una identificación como le hacían a los judíos en la Alemania nazi? Porque, si no, ¿cómo tú determinas quién es y quién no?”.

O como destaca desde la isla Dimas Castellanos, otro periodista independiente “¿Quiénes son los revolucionarios, los que han llevado a este país al borde de la hambruna… esos son los revolucionarios?”.

Cada vez menos creen en cuentos de camino

En fin, Díaz-Canel con esa consigna copiada a destiempo oculta que cada vez hay menos “revolucionarios” castristas en Cuba, menos creyentes en los cuentos de camino marxistas, leninistas, fidelistas, y mucho menos creen en las elucubraciones etéreas del Che Guevara:  el trabajo voluntario para formar el “hombre nuevo”, la emulación socialista, etc. ¡Por favor!

Todo eso forma parte de la prehistoria de la “revolución” que ya fue metabolizada por los cubanos como una gran estafa, como definió Eudocio Ravines al socialismo real en su magnífica obra homónima.

El Partido Comunista de Cuba (PCC) cuenta con unos 670,000 miembros en su mayoría por compromiso, o para no perder su trabajo o no ser marginado, o para posibles promociones a mejores puestos y sueldos en sus centros de trabajo.

El país tiene 11.3 millones de habitantes, y 8.9 millones son adultos (mayores de 16 años). O sea, el 92.4% de los adultos cubanos no son comunistas. Y eso es solo formalmente. Se sabe que gran parte de la militancia total del PCC no cree en el comunismo y quiere cambios profundos en la isla que no son precisamente los de los “Lineamientos” del PCC.

Por otra parte, hace un año, en julio de 2019, se publicó una encuesta realizada en Cuba por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), que mostró que el 80% de los cubanos quiere cambios. Y ese dato tampoco es exacto, sin duda es superior. Ninguna encuesta en la isla es confiable, aunque sea clandestina. La paranoia se ha entronizado de tal manera en la cultura nacional que la gente nunca dice sinceramente lo que piensa en materia política a un desconocido porque a lo mejor es un “seguroso” disfrazado.

De todas formas, aun tomando como ciertas las conservadoras cifras citadas el resultado es el mismo:  el pueblo de Cuba abrumadoramente no cree en lo que el régimen sigue llamando “revolución” y lo que quiere es que se acabe de una vez la sexagenaria dictadura militar.

Conclusión, lo que en verdad dijo Díaz-Canel fue que el régimen se ha quedado seco de “revolucionarios”, la gente se pone “respondona” y la calle ahora será de policías y soldados con sus uniformes, pues si salen solo esbirros civiles nadie les va a hacer caso y hasta corren peligro.