Wael Ghonim es un ejecutivo de Google que ayudó a impulsar la revolución democrática de Egipto con una página de Facebook que conmemoró a una víctima de la violencia del régimen.

En una charla en TEDxCairo, contó la historia interna de cuando el pueblo egipcio demostró que “el poder de la gente es mucho más fuerte que la gente en el poder”.

 Wael Ghonim cree que Internet puede ser la plataforma más poderosa para conectar a la humanidad y promover la lucha civica.

 

El poder de las redes sociales:
una mirada dentro de la revolución egipcia

Transcripción de la charla de Wael Ghonim en TEDxCairo

Si miran el panorama, Egipto durante 30 años ha ido cuesta abajo. Todo iba mal. Todo estaba saliendo mal. Sólo nos destacábamos en lo referente a la pobreza, a la corrupción, a la falta de libertad de expresión y de activismo político. Esos fueron los logros de nuestro gran régimen. Pero no pasaba nada. Y no porque la gente estuviera feliz o no sintiera frustración. De hecho, la gente estaba muy frustrada. Pero la razón por la que todos se callaban es lo que llamo la barrera psicológica del miedo. Todos tenían miedo. No todos. En realidad había un puñado de egipcios valientes a quienes tengo que agradecer su valentía que participaban en protestas de un par de cientos y eran golpeados y detenidos. Pero, de hecho, la mayoría tenía miedo. En verdad nadie quería meterse en problemas.

Un dictador no puede vivir sin la fuerza. Quieren que la gente viva con miedo. Y esa barrera psicológica del miedo funcionó durante muchos años y aquí entra en juego Internet la tecnología, el BlackBerry y el SMS que nos ayudan a conectarnos. Plataformas como YouTube, Twitter y Facebook nos ayudaron mucho, porque nos daban básicamente la impresión de que “no estamos solos; hay mucha gente frustrada”. Hay muchas personas frustradas. Hay muchas personas que comparten el mismo sueño. A mucha gente a la que le importa su libertad. Probablemente tienen la mejor vida del mundo. Viven felices. Viven en sus casas residenciales. Son felices; no tienen problemas. Pero aún así sienten dolor por los egipcios.

Muchos de nosotros, no estamos felices cuando vemos el video de un egipcio que come de la basura mientras otros roban miles de millones de libras egipcias de la riqueza del país. Internet ha jugado un papel importante facilitando que esta gente exprese sus ideas, para colaborar y empezar a pensar juntos. Fue una campaña educativa.


Khaled Mohamed Saeed fue un egipcio cuya muerte bajo custodia policial en la zona de Sidi Gaber de Alejandría el 6 de junio de 2010 ayudó a incitar a la Revolución egipcia de 2011

Khaled Saeed fue asesinado en junio de 2010. Todavía recuerdo la foto. Aún recuerdo cada simple detalle de esa foto. La foto era horrible. Fue torturado brutalmente hasta la muerte. Y, ¿cuál fue la respuesta del régimen? Fue una sobredosis de hachís. Esa fue su respuesta: “Es un criminal. Alguien que escapó de estos malos hábitos”. Pero la gente no se identificó con esto. La gente no creyó esto. Gracias a Internet prevaleció la verdad y todos supieron la verdad. Y todos empezaron a pensar: “este muchacho podría ser mi hermano”. Era un chico de clase media. Todos recordamos su foto.

Se creó una página. Un administrador anónimo invitaba a la gente a unirse a la página y no había plan alguno. “¿Qué vamos a hacer?” “No lo sé”.

En pocos días decenas de miles de personas, egipcios enojados, quienes le estaban diciendo al Ministerio del Interior “Suficiente. Detengan a los asesinos del muchacho y llévenlos ante la justicia”. Pero, claro, no escucharon. Fue una historia asombrosa — cómo todos empezaron a sentirse dueños. Todos eran dueños en esta página. Las personas empezaron a aportar ideas. De hecho, una de las ideas más ridículas fue organizar una marcha del silencio. Hagamos que la gente salga a la calle de cara al mar, de espaldas a la calle, vestida de negro, de pie, en silencio durante una hora, sin hacer nada y luego abandonar el lugar de vuelta a casa. Algunas personas decían: “Guau, una marcha del silencio. Y la próxima vez vienen las vibraciones”. Las personas se burlaban de la idea. Pero cuando las personas salieron a la calle -la primera vez había miles de personas en Alejandría- fue como… fue increíble. Algo genial. Porque conectó a las personas virtuales y las puso en el plano real compartiendo el mismo sueño, la misma frustración, la misma rabia, el mismo deseo de libertad. Y estaban todos en esto. Pero ¿aprendió algo el régimen? En verdad no. Los atacaron. Abusaron de ellos a pesar de lo pacíficos que eran estos muchachos; ni siquiera protestaban. Los acontecimientos se sucedieron, hasta la revolución tunecina.

Toda esta página era, de nuevo, administrada por la gente. En sí, el trabajo del administrador anómino consistía en reunir ideas, ayudar a la gente a votarlas y en contarles lo que estaban haciendo. Las personas hacían tomas y fotos; informaban violaciones a los Derechos Humanos en Egipto; sugerían ideas; en realidad votaban ideas y luego las ejecutaban; las personas hacían videos. Todo se hacía de la gente para la gente y ese es el poder de Internet. No había líder. El líder era cada miembro de la página. El experimento tunecino, como decía Amir, nos inspiró a todos, nos mostró que hay un camino. Sí podemos. Nosotros podemos. Tenemos los mismos problemas y podemos salir a las calles.

Y cuando vi la calle el día 25, regresé y dije: “El Egipto previo al 25 nunca va a ser igual al Egipto posterior al 25. La revolución está en curso. Este no es el fin, es el comienzo del fin”. Yo fui detenido la noche del 27. Gracias a Dios anuncié el lugar y todo. Pero me detuvieron. Y no voy a hablar de mi experiencia porque esto no se trata de mí. Estuve 12 días detenido, con los ojos vendados, esposado. Y realmente no escuchaba nada. No sabía nada. No me permitían hablar con nadie. Y salí. Al día siguiente fui a Tahrir. En serio, con todo el cambio que había notado en la plaza pensé que eran 12 años. Nunca se me cruzó por la cabeza ver a estos egipcios, estos egipcios sorprendentes. El miedo ya no era miedo. Era fortaleza, poder. La gente adquirió tanto poder. Era sorprendente ver como todos se sentían fuertes y ahora reclamaban por sus derechos.

¿Quién lo hubiera imaginado antes del 25, si les decía que cientos de miles de cristianos iban a orar y decenas de miles de musulmanes iban a protegerlos y que luego cientos de miles de musulmanes iban a orar y decenas de miles de cristianos iban a protegerlos — Es increíble. Todos los estereotipos que el régimen trataba de instalar con su propaganda o con los medios masivos estaban equivocados. Toda esta revolución nos mostró lo desagradable que era este régimen y cuán grande y sorprendente son el hombre y la mujer egipcios, lo simple y sorprendente que son cuando tienen un sueño.

Cuando vi eso regresé y escribí en Facebook. Y eso era una creencia personal, independientemente de lo sucedido, independientemente de los detalles. Y dije: “Vamos a ganar. Vamos a ganar porque no entendemos la política. Vamos a ganar porque no entramos en sus juegos sucios. Vamos a ganar porque no tenemos una agenda política. Vamos a ganar porque las lágrimas de nuestros ojos vienen en realidad del corazón. Vamos a ganar porque tenemos sueños. Vamos a ganar porque estamos dispuestos a luchar por nuestros sueños“.

Y eso fue lo que pasó. Ganamos. Y no fue por otra cosa que por creer en nuestro sueño. El resultado ganador no está en los detalles de lo que va a suceder en la escena política. Está en el triunfo de la dignidad de cada uno de los egipcios.

Un taxista me dijo: “Oye, hoy respiro libertad. Siento que tengo la dignidad que había perdido hace muchos años”. Para mí eso es ganar independientemente de los detalles.

Mis palabras finales son algo que creo que los egipcios han demostrado que es verdad: el poder de la gente es mucho más fuerte que la gente en el poder.