No pocos cubanos en la isla piensan que si hay un cambio de política de Washington hacia Cuba la economía de la isla mejorará. Sin embargo, aunque muy lejos de proponérselo, por supuesto, uno de los seis vicepresidentes del gobierno, Alejandro Gil, ministro de Economía, mostró por qué eso no es posible. No hace mucho al hablar en una reunión del Consejo de Ministros se le fue que “no se puede distribuir una riqueza que no se ha creado”.
Claro, Gil no dijo que el encargado de producir las riquezas de un país no es el Estado, sea comunista o capitalista, sino el sector privado. Tampoco aclaró que no es recibiendo subsidios y captando parasitariamente dólares de otra nación (fuentes no autóctonas que se derrumban en cualquier momento) que se logran las riquezas de un país, sino produciéndolas. Para consumirlas o para exportarlas y generar divisas e importar lo que no se pueda producir nacionalmente. Pero para ello es requisito sine qua non la propiedad privada.
Los cuentapropistas son excluidos de la esfera industrial
El colmo en Cuba es que no solo el dictador Raúl Castro se niega a liberar las fuerzas productivas de la nación, sino a que el poco espacio que le ha abierto al sector privado se limita a servicios rudimentarios no productivos, de poco valor agregado, como los que había cuando Da Vinci pintaba la Mona Lisa.
Las leyes y la Constitución comunista no lo permiten. Si un emprendedor quiere ampliar su tallercito de reparación de calzado para producir zapatos, no puede. Las leyes le ponen un doble techo: no puede invertir capital en su propio negocio para ampliarlo o mejorarlo; y sus ingresos no pueden superar el tope bajísimo que le fijan. Si lo hace va a la cárcel por “enriquecimiento ilícito”.
En fin, el Estado castrista es una nueva versión del perro del hortelano: ni produce ni deja producir.
La dolarización y el “Ordenamiento” no resolverán nada
Por otra parte, la dolarización del comercio minorista y mayorista, y las demás medidas de “Ordenamiento” de la economía anunciadas en los últimos meses por el administrador del régimen, Miguel Díaz-Canel, se limitan a la esfera de la circulación, al intento de resucitar el cadáver económico estatal, y a flexibilizar, solo decorativamente, la camisa de fuerza con la que el Estado acogota a los negocios privados, que continuarán siendo excluidos de la producción industrial.
No está en los planes del régimen incorporar el cuentapropismo a la producción de bienes materiales no agrícolas que desesperadamente necesita la empobrecida población,
Es asombroso cómo el sector privado cubano solo aporta el 7% del PIB, pese a que emplea entre el 35% y el 40% de la fuerza de trabajo total del país, según reportan economistas desde Cuba, Es decir, la economía no estatal de Cuba emplea a unos de 1.6 millones de trabajadores entre campesinos, cooperativistas, usufructuarios de tierras estatales y cuentapropistas urbanos y sus empleados,
¿Cómo es posible que más de la tercera parte de la fuerza laboral activa de una nación aporte solo el 7% del PIB? Si el aporte al PIB del 40% de la fuerza de trabajo de EEUU, Alemania, Japón o Australia fuese de un 7% del PIB esos países no formarían parte del Primer Mundo.
¿Por qué con un 35% de fuerza de trabajo privada el país no avanza?
Por tres razones:
- el mayor aporte al PIB dentro de ese 7% lo hacen los agricultores privados, que sí producen bienes materiales, pero con poco valor agregado, lo que impide la formación bruta de capital fijo que necesita el país para crecer económicamente;
- el cuentapropismo en Cuba solo incluye servicios primarios de poco valor agregado; y
- el régimen prohíbe la participación como entidades privadas de profesionales universitarios en la economía, lo que impide el valioso aporte que estos podrían hacer en know how y en tecnología en la producción industrial y agropecuaria.
Esas tres trabas al crecimiento de la economía la imponen Castro II y sus militares para que el sector privado no crezca y no compita con el capitalismo militar de Estado que ya ellos montaron.
No captar dólares, sino producir pesos con valor real
Con respecto a las medidas anunciadas y el afán del gobierno de captar dólares en las tiendas en divisas, nada mejor que otro comentario, esta vez del humorista Ulises Toirac, residente en Cuba, quien en las redes sociales escribió: “¿Y si en vez de captar dólares, nos ponemos pa´ producirlos?”
Efectivamente. De lo que se trata no es de arañarle dólares a los emigrantes cubanos a los que una vez les tiraron piedras y huevos podridos por “vendepatria”, sino de producir, no ya dólares sino pesos cubanos con valor de cambio real afincado en la producción industrial, agropecuaria, minera y el comercio interno, como ocurría en Cuba antes de 1959, cuando el peso cubano era convertible en dólares al instante, en cualquier banco y a la par, o sea, 1×1.
Moraleja: si no se liberan las fuerzas productivas y se permite la actividad privada en la producción industrial, Cuba se parecerá cada vez más a Haití o a Burundi.