¿Cuántos cubanos saben hoy en la isla quién fue Otto Meruelo? Muy pocos. Era él para la dictadura de Fulgencio Batista lo que es hoy Humberto López para la dictadura de Raúl Castro

Y con el agravante de que este de ahora hace más daño. Aquel de 63 años atrás servía a una dictadura convencional represiva, pero con una economía de mercado que se desarrollaba a mayor ritmo que ningún otro país de América Latina. López sirve a una tiranía comunista totalitaria que hace pasar hambre al pueblo y prácticamente ha acabado con Cuba.

Condenado a prisión por calumniar e incitación al crimen

De Meruelo dice Ecured, el sitio web oficial del castrismo: “nunca necesitó estudiar ni obtener título de periodista: sin ser colegiado, Meruelo tuvo un programa de televisión durante varios años, denominado “Por Cuba, desde el cual de manera sistemática defendía al gobierno de Fulgencio Batista y difamaba, calumniaba (…) con el triunfo de la Revolución fue condenado a 30 años de privación de libertad por los delitos de calumnia, delación (…) incitación al crimen.”

Y el periódico Juventud Rebelde agregó (17 de agosto, 2017): “el perro ladrador de la TV cubana que durante años desde su programa Por Cuba, que salía al aire por CMQ todos los mediodías después del Noticiero, agotó el improperio, saqueó el epíteto y manchó la palabra» poblando de insultos y diatribas la conciencia oposicionista del pueblo de Cuba (…) cumplió el deleznable papel de vocero televisivo de la dictadura”

En el juicio en el que Meruelo fue condenado en abril de 1959 (cumplió 20 años y emigró a EEUU, donde murió en 2011, en Nueva York, a los 92 años), según Juventud Rebelde, el acusado dijo:  “Nunca utilicé la televisión para atizar odios entre hermanos ni incitar al crimen (…) mis comparecencias en la televisión y mis escritos tenían siempre marcada tendencia político-electoral, porque el gobierno se oponía al hecho insurreccional y trataba de abrir caminos y soluciones de paz”.

Agregó que desconocía las torturas y los crímenes de Esteban Ventura y otros sicarios, y que llamaba “muerde y huye» a los rebeldes porque la táctica militar de la guerrilla “era atacar y desaparecer”. Puede que Humberto López algún diga exactamente lo mismo en un juicio en su contra.

López tiene expediente como “represor violento cubano

Porque este esbirro de cuello blanco castrista es más que un perro ladrador. Por algo está registrado como “represor violento cubano” por la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC). O sea, tiene López tiene ya un expediente para ir anotando sus atropellos.

El espacio televisivo de Otto era “Por Cuba” y el de Humberto se llama “Hacemos Cuba”. No es pura coincidencia. El subconsciente hace meter la pata a muchos. La semejanza de ambos nombres obedece a la táctica del ladrón que grita “al ladrón”: aparentar lo que no se es, presumir de lo que se carece:  verdadero amor por Cuba.

Su programa de TV debiera llamarse “Deshacemos a Cuba”. Difama, insulta, asesina la reputación de quien osa decir la verdad de lo que pasa en Cuba. Insta con vehemencia a castigar severamente a los opositores

Y peor aún. Recientemente exhortó en la TV a que los miembros del Movimiento San Isidro y del 27N sean juzgados por “traición a la patria“, algo que la Constitución considera el “peor de los crímenes” en Cuba, que puede ser castigado con la muerte por fusilamiento.

Pide pena de muerte para artistas que piden libertad de expresión

Otto Meruelo instigaba al ejército a exterminar a los rebeldes armados en las montañas. Humberto López pide la muerte para artistas y activistas civiles pacíficos. Para él, Luis Manuel Otero Alcántara, Tania Bruguera, Maykel Castillo Osorbo, Anamely Ramos, Omara Ruiz Urquiola, Osmel Adrián y tantos otros artistas, y defensores de la libertad de expresión, deben ser colocados ante un paredón y ser ejecutados, como los ocho estudiantes de Medicina en 1871.

Arrastrándose sin escrúpulos López logró llegar al CC del PCC

Otto Meruelo disfrutaba de privilegios a cambio de sus servicios como alabardero del régimen y le confirieron el grado de capitán, que le abría las puertas en todas partes. Humberto López, arrastrándose sin escrúpulos logró ser admitido nada menos que en el Comité Central del Partido Comunista, constitucionalmente el máximo poder político del país.

De manera que este papagayo criminal de vocación no es un ciudadano común de la plebe. Es uno de los patricios privilegiado de la clase alta. No solo no tienen que hacer cola para nada, sino que la inmensa mayoría de ellos ni “libreta” tienen. Diariamente varias camionetas subrepticiamente les llevan a sus hogares el almuerzo y la cena, suculentos, calienticos, ya cocinados por un chef de alto nivel.

Conclusión:  En este paralelismo entre el esbirro mediático de ayer y el de hoy, el actual sale peor parado, pues apuntala a una tiranía que no solo reprime, tortura y mata, sino que hambrea al pueblo y ha convertido a la isla en una cárcel. En fin, es Humberto López quien traiciona a Cuba.