SUMARIO

  • En el mes de noviembre ocurrieron 353 protestas en toda Cuba. De ellas, 79 tuvieron lugar el día 15 de noviembre.
  • Se acentuó la radicalización de las protestas en tanto el 75% han pasado a ser eminentemente por derechos políticos y civiles. Noviembre estuvo marcado por el pulso entre la sociedad civil y el gobierno en torno a las marchas cívicas convocadas por el Movimiento Archipiélago para el día 15.
  • Tendencia ascendente de las protestas. El ligero incremento de las protestas en noviembre (8) en comparación a las ocurridas en octubre (345) indica que se mantiene la tendencia ascendente desde que se comenzó el monitoreo de las mismas en septiembre del pasado año (42). En especial desde que el gobierno creyó haber aplastado la resistencia del sector cultural con el asalto a la sede del Movimiento San Isidro el 26 de noviembre de 2020. Desde entonces, varias fechas han marcado la creciente ingobernabilidad en Cuba: el 27N, el 28E, el 11J y ahora el 15N.
  • Ocupación militar de la isla y continuidad de la represión desde el 11J. El 15 de noviembre ha sido la primera vez en 62 años que el Ministerio del Interior, sus fuerzas paramilitares y las FAR  se vieron en la necesidad de realizar una completa ocupación de todas las zonas urbanas y de muchas rurales, mediante: operativos policiales, despliegue de miembros de la Seguridad del Estado vestidos de civil, actos de repudio, mensajes con amenazas y el corte selectivo de líneas telefónicas. Como disuasivo a los potenciales manifestantes que fuesen a salir el 15N, el gobierno continuó anunciando sentencias arbitrarias y desmedidas (incluyendo las dictadas contra decenas de menores) a manifestantes del 11 de julio, golpizas fascistas en calles y prisiones, amenazas de retirar la patria potestad sobre los hijos de posibles manifestantes, torturas psicológicas a detenidos y sus familiares, así como presiones a disidentes conocidos para que abandonen el país.
  • Las protestas relacionadas con los derechos políticos y civiles (266) estuvieron motivadas por exigencias del cese de la violencia, la libertad de los presos políticos, derechos para todos los cubanos y el inicio de un proceso de cambio hacia la democracia. También ocurrieron denuncias de arbitrariedades y desamparo legal del ciudadano común e injustas condenas contra protestantes pacíficos; sobre torturas en las cárceles, actos de repudio, represiones, golpizas, prisión domiciliaria, y expulsiones de centros de trabajo.
  • Las protestas relacionadas con los derechos económicos y sociales (87) estuvieron motivadas por la explotación laboral a cuentapropistas y soldados (reclutas), excesivas y severas multas, feminicidios -29 en lo que va de año- malas condiciones en las prisiones, desamparo de veteranos y retirados, altos precios de la canasta básica, desabastecimiento y corrupción en las tiendas de dólares.
  • El referente para decidir a quién correspondió la victoria el 15N, no es el número de ciudadanos que salieron a la calle, sino el número de efectivos militares, policiales, paramilitares y recursos que el gobierno estimó imprescindible emplear para evitar un nuevo 11 de julio. Decenas de miles de tropas y fuerzas policiales y paramilitares fueron movilizadas por semanas para conjurar las protestas ciudadanas. Se comenzaron a realizar detenciones desde el día 12 de noviembre, se mantuvieron sitiadas por la policía de forma permanente más de cincuenta casas, se produjeron 87 detenciones en solo 4 días. Muchas personas no pudieron salir a manifestarse por estar literalmente bloqueados sus domicilios. Fue una virtual ocupación militar ejercida “metro a metro” del territorio nacional como expresó la conocida periodista independiente Yoani Sánchez.
  • Significativo costo financiero y político de la represión y militarización. El costo de capital financiero y capital simbólico (legitimidad, credibilidad, influencia) que tuvo para el gobierno el mero anuncio de esa operación represiva fue devastador, nacional e internacionalmente, aun antes del 15 de noviembre (15N).  Esa fue la fecha para la Marcha Cívica por el Cambio convocada por el movimiento ciudadano Archipiélago. En las filas de los oficialistas se registraron renuncias de militantes de la UJC, rechazo de vecinos (reportado por varios activistas y coordinadores de Archipiélago) a prestarse para realizar actos de repudio contra los activistas democráticos. Incluso los presos de un recinto penitenciario en Villa Clara se vistieron de blanco, ayunaron en protesta durante 24 horas y se negaron a realizar un acto de repudio a un preso político por la jornada del 11J.
  • Se ha consolidado el consenso generalizado de que una dictadura controla el poder en Cuba. La naturaleza reaccionaria y criminal de la nueva oligarquía empresarial-militar quedó en evidencia al desestimar su propia Constitución y sistema de justicia, con lo cual enajenó sus propias bases de apoyo y la opinión pública internacional.

MANIFESTACIONES PÚBLICAS DE PROTESTA TOTAL Por motivos económicos y sociales Por motivos políticos y civiles
2021
Noviembre 353 87 266
Octubre 345 69 276
Septiembre 312 141 171
Agosto 297 175 122
Julio 584 149 435
Junio 249 133 116
Mayo 231 86 145
Abril 203 47 156
Marzo 184 38 146
Febrero 159 48 111
Enero 137 58 79
2020
Diciembre 122 26 96
Noviembre 110 19 91
Octubre 88 33 55
Septiembre 42 16 26

DE 110 PROTESTAS EN NOVIEMBRE DEL 2020 A 353 A NOVIEMBRE 2021

En 14 meses se han acumulado un total de 3,416 protestas. Este mes se han triplicado las protestas si las comparamos con noviembre del año pasado. Que se mantengan las protestas es significativo, si se tiene en cuenta la extraordinaria represión ejercida contra la población, los juicios “ejemplarizantes” con condenas extremas por supuestos e intrascendentes delitos cometidos el pasado 11 de julio, las amenazas con retirar la patria potestad sobre sus hijos a quienes cayesen presos por causa política, y la impudicia con que grupos paramilitares en videos difundidos en las redes sociales ostentaban su disposición a ejercer la violencia contra cualquier manifestante con el uso de armas de fuego y objetos contundentes.

Esta tendencia alcista continuó, pese a las intensas campañas de desinformación y propaganda desplegadas para persuadir subliminalmente a la ciudadanía de que se avecinaban mejores tiempos y no eran necesarias las protestas. La propaganda incluyó el “prometedor hallazgo” de ricos yacimientos de oro, supuestas inversiones de empresas petroleras, caminatas de Díaz Canel por barrios marginales repartiendo modestas concesiones a sus pobladores y la repartición de comida y otros insumos en ferias populares.

Las amenazas y operaciones represivas del gobierno cubano condujeron a que el 15 de noviembre fuera monitoreado por la Unión Europea, el Consejo de DDHH de la ONU y por la Comisión Interamericana de DDHH. El gobierno cubano también fue condenado por el Parlamento Europeo -donde ahora tienen congelados miles de millones de euros  vinculados a un acuerdo de cooperación que pudiera ser revocado-, así como por varios gobiernos e instituciones de la sociedad civil latinoamericana y por el gobierno de los EEUU (donde pusieron en una posición aún más precaria a sus agentes de influencia y alejaron aún más cualquier acercamiento).

Esa ecuación de fuerzas no es sustentable para la gobernabilidad.  La realidad cubana no escapa a los potenciales inversionistas e incluso a turistas que el gobierno desea atraer. La pregunta clave después del 15N es ¿quién resulta más creíble y fuerte hoy? ¿El gobierno que apenas puede movilizar a unos pocos vecinos de los disidentes para organizarles actos de repudio? ¿O la sociedad civil cada vez más enajenada del gobierno y del régimen de gobernanza vigente? El gobierno no aseguró su porvenir en noviembre, lo ha puesto aún más en peligro.

Las 4 provincias con más protestas el #15N fueron La Habana (23), Matanzas (21), Holguín (11) y Villa Clara (10).

La Empresa de Suministros Agropecuarios de Santiago de Cuba dio a conocer un texto en el que exigió a la población de la isla no vestirse de blanco el 15 de noviembre

15N: SEIS ÉXITOS DE ARCHIPIÉLAGO DESDE SU FUNDACIÓN EN AGOSTO

  1. Impidió que la energía ciudadana del 11J se disipara con la convocatoria a una nueva marcha cívica de alcance nacional, que esta vez pretendía estar amparada –aunque nadie esperaba que en la práctica ese fuese el caso– por el Artículo 56 de la Constitución.
  2. Demostró que la gente estaba dispuesta a sumarse al llamamiento cívico del 15N y que el gobierno no tenía otra respuesta al malestar ciudadano que la más obscena represión.
  3. Condujo al gobierno a agotar su ya muy escaso capital simbólico (legitimidad, credibilidad, influencia) dentro y fuera de Cuba. El gobierno desacreditó su propia Constitución y se vio obligado a militarizar el país para impedir que la gente saliera a protestar lo cual fue un reconocimiento implícito de que los ciudadanos estaban dispuestos a hacerlo.
  4. Desde el 11J, gracias a Archipiélago y en no escasa medida a la intolerancia y torpeza del gobierno, se han continuado radicalizando las percepciones de muchos ciudadanos que hasta ahora eran simples disidentes sociales. El proceso de insumisión comenzado en San Isidro, pasando por el 27N, el 11J y ahora el 15N marca un antes y un después en Cuba. La población adoctrinada por seis décadas en el rechazo a la dictadura de Batista comienza a establecer equivalencias entre el gobierno actual y aquella.
  5. La métrica para decidir de quién fue la victoria el 15N no es el número de ciudadanos que salieron a la calle en comparación con los que se manifestaron el 11 de julio, sino el número de efectivos militares, policiales, paramilitares y recursos que el gobierno estimó imprescindible para evitar un nuevo 11 de julio. Decenas de miles de tropas y fuerzas policiales y paramilitares fueron movilizadas por semanas para conjurar las protestas ciudadanas. Se comenzaron a realizar detenciones desde el día 12 de noviembre, se mantuvieron sitiadas por la policía de forma permanente más de cincuenta casas, se produjeron 87 detenciones en solo 4 días. Muchas personas no pudieron salir a manifestarse, no por miedo, sino por estar literalmente bloqueados sus domicilios.
  6. Archipiélago ha inspirado y dado aliento a cientos de miles de personas. Los obispos y líderes de congregaciones protestantes se han pronunciado sobre la situación del país en términos menos ambiguos que en el pasado, mientras curas y monjas arriesgaron sus vidas poniéndose abiertamente del lado del pueblo. Muchos ciudadanos salieron vestidos de blanco a la calle el 15N y en esas circunstancias enfrentaron actos de repudio, golpizas y arrestos. En una prisión los encarcelados también concertaron su acción de protesta vistiéndose de blanco y saliendo así al patio del centro de confinamiento. Cuando los padres supieron que sus hijos serían manipulados de forma política en los juegos organizados en las calles para impedir el paso de manifestaciones decidieron no enviarlos a las escuelas. Ese día se reportó más de un 50% de ausentismo escolar, literalmente un boicot de padres a las maniobras represivas del gobierno. Y más de 100 ciudades en el exterior fueron testigos de actos de solidaridad organizados por cubanos de la diáspora, muchos de ellos con participación o apoyo de la población local. Un logro de la convocatoria de Archipiélago al 15N fue la galvanización del sentimiento nacionalista en cubanos que llevan más de medio siglo en el exterior.

OPOSITORES, DISIDENTES Y REFORMISTAS

Opositor y disidente no son siempre la misma cosa. Todo opositor es disidente, pero no todo disidente se considera a sí mismo opositor. El opositor se opone de forma integral al régimen de gobernanza aunque ponga el énfasis en los derechos políticos y civiles. El disidente social expresa un profundo malestar y rechazo hacia las condiciones sociales, económicas y culturales en que se desenvuelve la vida cotidiana, pero no necesariamente llega a expresarse como opositor del sistema político vigente.

El fallido reformismo “socialista” de los 80’ y 90’ del pasado siglo había pretendido transformar las regulaciones económicas, sociales y culturales, y aspiraba a cuotas más holgadas de libertad de expresión mediante un diálogo constructivo con el gobierno. En aquel entonces, aquellos reformistas no se consideraban a sí mismos opositores ni antisistema. Más bien creían factible ejercer una suerte de “iluminismo” constructivo sobre las autoridades. Si en los 90’ esa postura tuvo algún arraigo con la caída de la URSS, ya no lo tiene en los sectores culturales ni en la población. El inmovilismo, la desidia y la represión estatales han sido grandes pedagogos. La represión, la arbitrariedad y la indefensión del ciudadano común ante el sistema judicial han propiciado que el reformismo dentro del sistema resulte una peligrosa e infértil utopía.

Los juicios llenos de arbitrariedades legales a participantes de las protestas pacíficas del 11 de julio, la detención y encarcelamiento a menores de edad, las acusaciones con delitos ficticios tales como “marcha ilícita”, incluso el hecho de que entre los arrestados antes del 15 de noviembre, algunos hayan sido enjuiciados, otros golpeados y unos pocos liberados luego de una detención arbitraria, hace que el ciudadano común se sienta indefenso e injustamente tratado.

A cinco años de la muerte de Fidel Castro, los “nietos de la revolución” han creado un nuevo movimiento ciudadano que no se conforma con el reformismo, sino que exige un “cambio del regimen de gobernanza”.

Para muchos más cubanos la solución al problema nacional ahora está claro no puede limitarse a cambiar al gobierno, sino también al sistema o régimen de gobernanza. La realidad cotidiana y la represión los están transformando de disidentes en opositores. Eso es un dato cualitativamente nuevo en estas seis décadas.

El régimen de gobernanza cubano no es hoy socialista o capitalista, sino el de un Estado mafioso moderno donde una nueva oligarquía dictatorial (apoyándose en el oligopolio de GAESA y el control de los altos mandos de las FAR y el MININT) es la que realmente manda. El PCC –a contrapelo del Artículo 5 de la Constitución– y la Asamblea Nacional obedecen e implementan sus órdenes. La opción no es entre socialismo y capitalismo, sino entre un régimen de gobernanza democrático u otro autoritario. La única opción en juego es vivir en dictadura o con plenas libertades políticas y civiles para poder defender y ejercer el derecho a una vida digna.

UNA CUBA MEJOR ESTÁ MÁS CERCA DESPUÉS DEL 15N

  • La nueva oligarquía cubana incurre en el mismo error que la dictadura de Fulgencio Batista: pensar que su poder militar es suficiente para aplastar cualquier desafío. El aparato militar de Batista, que contaba con algo más de 72,000 efectivos entre fuerzas militares (marina, aviación, ejército), policiales y de inteligencia (policía, Buró de Investigaciones, Servicio de Inteligencia Militar, Buró de Represión Anti-Comunista), no fue derrotado por la oposición armada de apenas cinco mil combatientes clandestinos y alzados en armas. Las fuerzas del batistato permanecían básicamente en pie el 31 de diciembre de 1958. Ese régimen dictatorial fue aislado y desmoralizado por una poderosa sociedad civil (prensa, gremios, asociaciones de mujeres, estudiantiles, profesionales, de juristas, etc.) que, exponiendo la corrupción y abusos de su gobierno, quebró sus bases de apoyo internas y externas (incluyendo su relación con el gobierno de EEUU que le retiró el apoyo militar en 1958).
  • Un gobierno que golpea y encarcela menores de edad, jóvenes y mujeres por vestirse de blanco o portar en silencio una rosa blanca refleja un poder enfermo y débil.
  • El gobierno continúa sin comprender la naturaleza del reto que enfrenta. Insiste en la represión de las protestas cuando está demostrado estadísticamente que con ello solo las multiplican mes a mes. Un total de 134 de las protestas ocurridas en noviembre estuvieron asociadas a la represión del Estado, abuso policial, juicios y detenciones arbitrarias y torturas en las cárceles. No entiende el modo de operar de un movimiento de estructura horizontal, por lo que cree que las personalidades más visibles asociadas a Archipiélago son sus “cabecillas” y pueden eliminar el movimiento, bien sea encarcelándolos o forzándolos al exilio. Piensa que la convocatoria a una movilización pública es la “batalla final” y para prevalecer en ella malgastan todo su capital en intentar sofocarla. En realidad, enfrentan un conflicto popular cuya estrategia de desgaste lo debilita poco a poco, sin llegar necesariamente a provocar el colapso, como las flechas lanzadas contra San Sebastián. Cuando festejaron “la toma” de la sede del MSI el 26 de noviembre del pasado año y el “apresamiento” de los “enemigos” que allí se encontraban, fueron sorprendidos por la metástasis insumisa del 27N al siguiente día.
  • Lo más significativo ocurrido en Cuba en 2021 ha sido el cambio de mentalidad y actitud de amplios sectores de la población. Las narrativas oficiales se han desmoronado, las personas se liberan aceleradamente de los mitos sembrados por seis décadas de propaganda y los venerados héroes de antaño son ahora percibidos como villanos.
  • En Cuba se dan hoy dos de las tres precondiciones para una rebelión: A) la mayoría –compuesta por distintos estamentos sociales– se siente injustamente tratada, y considera que no hay un sistema de justicia ni medios de información pública a los que se pueda acudir para corregir esa circunstancia. B) la mayoría culpa de sus problemas en primer lugar al gobierno y al régimen de gobernanza vigente, no al embargo, como la propaganda les hizo creer en el pasado. Solo continúa ausente la tercera condición: creer que existe una alternativa viable y mejor, susceptible de alcanzarse en su tiempo de vida, por lo que vale la pena correr riesgos para lograrla. Sin embargo, las circunstancias cubanas son tan adversas que muchos han llegado a la conclusión de que nada en el futuro podría ser peor que lo que hoy soportan.

Cuando el ciudadano común incorpore a su imaginario la convicción de que es factible alcanzar una vida próspera en una Cuba con libertad política, se habrán creado todas las condiciones para un estallido social superior al 11 de julio. Cálculos de diversos economistas indican que no se trata de una quimera. Emilio Morales, presidente del Havana Consulting Group, considera que con un verdadero estado de derecho en dos años pueden ingresar alrededor de 30 mil millones de dólares como inversión directa a la economía cubana.

  • Archipiélago podrá o no seguir existiendo, pero el conflicto entre la sociedad civil y el sistema de gobernanza vigente no va a desaparecer hasta que el segundo sea transformado. Las protestas son apenas los síntomas del tumor canceroso que representa un régimen de gobernanza mafioso, que tiende a generar cada vez más pobreza y ha dado la espalda a las necesidades básicas de la población. El protagonismo del MSI, pasó al 27N, al 28E, al 11J y ahora a Archipiélago con el 15N. Ese proceso evolutivo está abierto a nuevas fases de desarrollo esté o no centrado en dicho movimiento.

Para ser más eficiente Archipiélago tendrá que asumir –como resultado de sus éxitos, no de un fracaso– varios retos organizativos.  Ya salió de su exitosa adolescencia y ahora está llamada a ser una fuerza social aún más eficaz, sin por ello repetir algunas prácticas, hoy agotadas, de la histórica oposición política. Entre los retos están los siguientes:     

    1. Sin dejar de ser un movimiento ciudadano abierto, fluido y de coordinaciones horizontales, Archipiélago necesita ahora para sobrevivir a su propio éxito controlar celosamente su estrategia, representantes, voceros y narrativas dentro y fuera de Cuba. Los interlocutores, sean cubanos de la isla o la diáspora o representantes de la opinión pública internacional, necesitan saber cuándo un criterio es expresión de una postura colectivamente consensuada y decidida al interior de las instancias de Archipiélago, y cuándo son las manifestaciones de opiniones respetables, pero personales de algunos de sus miembros más visibles y/o destacados.
    2.  Archipiélago también está urgido de organizar el aprendizaje de habilidades para proteger su seguridad, contactos y el ejercicio de su trabajo en un medio tan peligroso como el totalitarismo cubano. Hay numerosas y probadas formas de activismo para la acción eficaz y relativamente segura de un movimiento democrático que deben analizar, y de ellos seleccionar los que se consideren apropiados para las circunstancias de Cuba.

Peligros en ciernes

  1. Una población no puede ser convocada una y otra vez sin que se planteen metas concretas a lograr por etapas, más allá de la perenne expresión pública de malestar y rechazo al gobierno. Si se intenta repetir el mismo esquema del 27N, 11J y 15N es posible que disminuya el número de personas que se movilicen.
    El peligro de la desmovilización de la sociedad civil bajo el estado de terror. La sociedad civil tiene en lo adelante que abordar y dar respuesta eficaz a múltiples interrogantes: ¿Cuáles serán las demandas concretas de las próximas protestas? ¿Libertad incondicional de los presos y anulación de sus causas? ¿Desmilitarizar GAESA y hacer transparentes sus operaciones? ¿Demandar un plebiscito sobre la realización de elecciones libres y plurales –no controladas por el PCC ni su ideología oficial– bajo observadores internacionales para configurar una nueva Asamblea Nacional y Consejo de Estado? ¿Qué estrategias podrían seguirse de inmediato para promover diferencias y conflictos al interior de los cuerpos represivos y del propio gobierno en torno a la continuación de su guerra contra el pueblo y la militarización del país? ¿Qué acciones se tomarían en las futuras jornadas para exigir estas demandas? ¿Ocupar un número de plazas públicas en diversas ciudades para cantar o corear consignas en ellas? ¿Salir a las puertas de las casas y rezar colectivamente por el cambio no violento en Cuba? ¿Pintar hasta el último muro y acera pública con las siglas PyV (Patria y Vida) u otras alegóricas al movimiento ciudadano?
    En los próximos meses la imaginación de la sociedad civil deberá encontrar nuevos y cambiantes métodos para continuar su lucha con menos riesgos para los activistas y aumentar el desconcierto de los represores.
  2. No hay que descartar una maniobra para generar un enroque en el poder. Analistas de diversas tendencias ideológicas coinciden que el gobierno cubano es cada vez más frágil por estar paralizado en su inmovilismo. Sin embargo, sigue latente el peligro de que un día, para reciclarse en el poder, la dictadura cubana genere un pretendido “diálogo” con actores seleccionados por ella misma (incluyendo algunos de sus agentes encubiertos) para –según recomienda un simpatizante extranjero del régimen– “silenciar las voces políticas internas y externas que se alzan contra el gobierno”.
    El 11 de julio fue la expresión popular masiva del descontento con el sistema de gobernanza actual. El despliegue militar más grande de los últimos 62 años constituyó una muestra de la debilidad del gobierno y de la inseguridad que siente ante las nuevas circunstancias de la sociedad cubana.
    El gobierno y la Constitución han sido ya deslegitimados por su propia reacción ante la convocatoria de la marcha. Hoy está claro para la mayoría de la población y la opinión pública internacional que el gobierno cubano no desea escuchar a nadie y que la Constitución es un papel muerto que no ampara derechos. Lograr esa necesaria toma de conciencia es hoy una meta cumplida.
  3. La violencia por parte de los oprimidos –tan poco deseada como legítima– no puede descartarse que ocurra. Lo que separa el actual movimiento no violento de la historia previa de violencia política en Cuba es una delgada capa de nuevos actores que son refractarios a usarla. Los actuales líderes de la sociedad civil están empeñados –con razón– en evitar futuros crímenes como los asesinatos políticos, sin justicia ni proceso debido, que siguieron a la caída de Machado y Batista. Sin embargo, ni ellos mismos podrían contener la ira de quienes busquen vengarse por su cuenta si se continúa dilatando la transformación, pacífica pero radical, de la sociedad cubana. Violencia atrae violencia. Eso lo deberían saber también los gobernantes que se han apoyado en ella por seis décadas para sojuzgar a la población. Son relevantes las palabras del párroco Alberto Reyes sobre este tema: “Tengo miedo de que llegue un día en el que este pueblo termine de cansarse y cambie su talante, y decida pasar a la violencia. Porque los pueblos, como las personas, se cansan, y cuando un pueblo se cansa se convierte en un río devastador.”


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METODOLOGÍA DEL OCC

Los informes del Observatorio Cubano de Conflictos consideran como “protestas” a todas aquellas acciones que expresan de forma pública, sea de manera individual o colectiva, el rechazo ciudadano a disposiciones oficiales, instituciones o autoridades.

En cuanto a las causas o razones de la manifestación pública de protesta, estas pueden obedecer a  temas políticos y de derechos ciudadanos o vincularse de forma directa a demandas populares en cuestiones sociales, económicas y culturales como son los problemas de vivienda, agua, alimentación, transporte y censura artística o intelectual que las personas dirigen contra las instituciones y las políticas estatales o paraestatales.

Dichas manifestaciones pueden tomar múltiples formas tal y como han sido recogidos en la amplia bibliografía de los científicos sociales y los propios activistas que han estudiado estos temas durante décadas.  Ellas incluyen protestas callejeras, pintadas de muros, colgar carteles, corear consignas, negarse en público a cumplir órdenes policiales o administrativas, realizar una marcha, procesión, sentada, rezo o misa pública no autorizada, distribuir volantes, repartir publicaciones impresas o digitales prohibidas, distribuir memes y chistes satíricos de las políticas gubernamentales y muchos otros más en los que los ciudadanos manifiestan de manera pública sus agravios.

El OCC no contabiliza las protestas realizadas exclusivamente por ciudadanos cubanos en el exterior –aunque considera que el pueblo cubano constituye hoy una entidad transnacional- porque alteraría nuestra capacidad de medir con rigurosidad la gobernabilidad interna de Cuba, que es nuestro principal propósito.

El Observatorio Cubano de Conflictos (OCC) recopila información de fuentes abiertas y privadas, cuenta con su propia red de casi dos centenares de observadores repartidos por todas las provincias dentro de Cuba y sólo reconoce aquellas informaciones que se originen en fuentes reconocidamente confiables o que puedan ser verificables por nuestro equipo. Por ese motivo es posible que en alguna ocasión el número total de manifestaciones públicas de protesta que hayan tenido lugar sea en realidad ligeramente superior -nunca inferior- a la cifra que reportamos basados en nuestra metodología, fuentes y verificaciones. Pero esa rigurosidad nos permite asegurar que cada una de nuestras informaciones resulta confiable.

El OCC agradece la importante valoración de esta metodología que, a nuestra solicitud, fuera realizada a fines de 2021 por un grupo internacional de expertos, cientistas sociales y activistas de diferentes nacionalidades en América Latina y Europa.

Conflictómetro Cuba by Juan Antonio Blanco is licensed under CC BY-NC-ND 4.0