GAESA, la casta militar lucra con el hambre de los cubanos

Empresarios cubanoamericanos y algunos de otras nacionalidades se han asociado con la mafia militar que hambrea, empobrece y apalea al pueblo cubano y comparten con ella ganancias de millones de dólares, que salen del bolsillo de los emigrados cubanos, en el negocio de entregar en Cuba los alimentos que esa mafia impide producir en la fértil isla

Y vale aclarar aquí que no es criticable que cubanos que tienen la suerte de tener familiares “gusanos” en el exterior alivien el hambre que padecen por esta vía. Por supuesto que no lo es.

Lo condenable es que los vividores que usurpan el poder se aprovechen del hambre que ellos mismos causan para enriquecerse, en vez de liberar el campo cubano y permitir que se produzcan en la isla alimentos de sobra. Recordemos que Cuba antes del comunismo se autoabastecía ampliamente de alimentos y era el líder de América Latina en materia de exportación alimentaria en proporción al tamaño de su población.

En la práctica, consciente o inconscientemente, esos empresarios favorecen a la dictadura. Son corresponsables del crimen que significa prohibirles a los agricultores privados cubanos que produzcan y comercien libremente sus cosechas y obligarlos a que las entreguen al Estado, que les paga precios tan bajos que en muchos casos no cubren ni los costos de producción.

En tanto, varias empresas fuera de Cuba entregan en la isla alimentos y otros bienes de consumo que el régimen ya no vende a los cubanos ni en las shopping, desabastecidas asombrosamente.

Un negocio muy lucrativo para los militares

Es un negocio muy lucrativo para GAESA, el emporio capitalista de la pandilla militar que monopoliza el comercio exterior y controla las divisas que entran a la isla. Por eso de hecho es “top secret”. Casi nadie en el país conoce los detalles de este cambalache que torna más millonarios a los integrantes de la “creme de la creme” dictatorial.

Una investigación realizada no hace mucho por la periodista cubana Claudia Padrón, residente en México, mostró que entre las empresas que lucran con el hambre causado por el castrismo se destacan Katapulk, Mall Habana, Supermarket23, y Alawao.

También operan otras en la entrega de artículos industriales, incluidos muchos fabricados en la isla, como la Tienda Lo Tengo, registrada en Canadá, la compañía PSTExpress, manejada desde Panamá; o Pacotillas, registrada en EE.UU, que venden lo mismo jabón y colonia Bonabel, crema Alicia, que motos eléctricas, muebles y otros productos de aseo. Todo pagado por la “gusanera” en el exterior.

La que mayor envergadura ha cobrado últimamente es la empresa Katapulk  del cubanoamericano Hugo Cancio, con sede en Miami, que hace más de 1,000 entregas diarias en casi toda Cuba.

El propio “presidente” Díaz-Canel promociona a Cancio en Twiter

Cancio es un conocido amigo de la tiranía y fue uno de los artífices del “deshielo” de la era Obama. Es también dueño de las revistas Oncuba y ART OnCuba, permitidas por el mismo gobierno que persigue a la prensa independiente.  Llevó a Miami a Silvio Rodíguez, Pablo Milanés y los Van Van. Y presume de su amistad con el “presidenteDíaz-Canel, quien sin pudor alguno lo promociona en la cuenta Twiter oficial de la Presidencia de la República.

Katapulk, con oficina en La Habana, es bien abastecida en la isla por la Sociedad Mercantil Alimentos y Bebidas La Estancia S.A, entidad con capital 100% privado de la claque militar dictatorial. Por ejemplo, Katapulk le compra el surtido completo a la fábrica pinareña La Conchita (robada en 1960 por Fidel Castro a Industria Ferro S.A.), como puré de tomate, mayonesa, mermeladas, pasta de guayaba, “africanas”. Y compra Café Guantanamera, sorbetos Pinocho, queso Caribe, latas Taoro, entre otros alimentos hoy desaparecidos del mercado nacional.

Mall Habana, en tanto, es una tienda online registrada en España, de envíos y de reservaciones de cenas y hoteles, recargas de móviles y Nauta, agencia de viajes comercio electrónico. Le compra a la mafia castrista hamburguesas, jamones, picadillo, conservas enlatadas, cerveza, ron, viandas, vegetales y hortalizas, que entrega en Cuba gracias a la diáspora.

La mafia militar con este negocio garantiza ganancias seguras

Pero lo que mejor explica este comercio tras bambalinas es la estrategia empleada por la casta militar de vender todos esos productos cubanos a precios mayoristas competitivos, sobre todo a Katapulk. Eso posibilita, por ejemplo, que la compañía de Cancio pueda vender a la diáspora cubana que lo paga dos kilogramos de pechuga de pollo en $5.69 dólares, mientras Supermarket23 lo vende a $40.00 dólares.

Al haberse desplomado la llegada de turistas, de remesas y de “mulas” con divisas en los bolsillos, los dueños de la economía cubana prefieren vender esos alimentos, no a los cubanos en moneda nacional y ya con síntomas de desnutrición, sino en divisas contantes y sonantes a mercaderes probadamente solventes. Garantizan así una ganancia segura.

Si millones de cubanos no tienen familiares en el exterior dispuestos a pagar los $81.71 (casi un salario mínimo completo) que cuesta en Katapulk una pierna de puerco de 7 kilogramos y no pueden comer la carne que más gusta les gusta, “eso no es problema nuestro”, parecen decir el dictador Raúl Castro y sus apandillados.