¿Qué consecuencias habría tenido para el turismo en Cuba si el hotel Saratoga en vez de estar cerrado por reparaciones hubiese explotado con decenas de vacacionistas de todo el mundo allí hospedados y con toda la empleomanía correspondiente?

La tragedia humana hubiese sido mayor. La cifra de fallecidos probablemente habría superado el centenar entre cubanos y extranjeros. Y el golpe a la industria turística, principal sector económico del país, habría sido demoledor.

El hotel iba a ser reabierto al turismo cuatro días después, el 10 de mayo. Y aun cerrado por la remodelación la explosión del hotel Saratoga es uno de los peores desastres ocurridos en Cuba en la historia reciente e inevitablemente recuerda la explosión del barco “La Coubre”, en 1960.

Encima de la pérdida de 46 vidas, casi un centenar de heridos y 38 viviendas de la zona afectadas severamente, lo ocurrido a no dudarlo deprime la ya alicaída afluencia de turistas a la isla.

El régimen no ha demostrado con pruebas que fue accidental

En tanto, el régimen no acaba de explicar de modo claro y convincente las causas del desastre. Sin presentar pruebas concretas insiste en que fue producido por un escape de gas.

Eso nutre las sospechas de que pudo no haber sido accidental la explosión. Llamó la atención que lo primero que hizo el “presidente” Díaz-Canel al referirse al siniestro fue declarar que “no fue una bomba” y culpar a la prensa independiente de afirmar que había sido una bomba, una cobarde calumnia del gobernante, pues ningún medio libre cubano dijo eso.

Tampoco se ha explicado por qué horas antes se hizo una movilización de fuerzas policiales y del PCC ¿para prevenir qué? ¿ya sabía el MININT que algo iba a pasar?

En fin, hay que exigir a la cúpula castrista que muestre de forma convincente, y no tramposa como siempre, cómo explotó el emblemático hotel habanero.

Por otra parte, si fue causado por un escape de gas ello constituye una evidencia más de la crisis económica terminal del castrismo.

El fuerte olor a gas es “cuestión psicológica”, dice funcionaria

Baste saber que antes de la explosión del Saratoga se reportaban diariamente en La Habana unas 30 fugas de gas caseras o en redes externas. Ahora, se reportan 140, según ha reconocido el monopolio estatal del gas en La Habana.

Claro, son muchas más las fugas de gas, pero silenciadas por razones políticas. Y quien lo dude debe saber que el 12 de mayo la directora de Producción del monopolio estatal del gas en La Habana, Daina Alvarez, negó que haya escapes de gas. Aseguró que el fuerte olor a gas que la gente siente por todas partes “no es real”, sino “una cuestión psicológica” debido a lo sucedido en el hotel Saratoga. Huelgan los comentarios.

Asumiendo que fue un accidente, ciertamente de no estar Cuba sumergida en una crisis económica devastadora, no habría tenido salideros la manguera del camión que llenaba los depósitos de gas del hotel Saratoga, como se ha dicho. Y esos peligrosos depósitos habrían estado fuera del edificio y no dentro ¿Puede suceder algo así en el Hotel Hilton de Cancún, el Palais Royal de París, o el Table Bay de Ciudad del Cabo?

La mafia militar se lo quitó a Habaguanex y hundió al Saratoga

El céntrico hotel Saratoga, ubicado frente al Capitolio Nacional y cuya construcción data de la época colonial (1879) iba a reabrir sus puertas al turismo internacional luego de una segunda remodelación y reparaciones capitales, algo insólito si se tiene en cuenta que el Saratoga había sido ya totalmente remodelado a un costo de 15 millones de dólares a cargo de Habaguanex, la empresa que dirigía Eusebio Leal, y fue reinaugurado en 2005 como un complejo hotelero de cinco estrellas con 96 habitaciones y suites de lujo.

Ese inusitado nuevo deterioro del hotel se produjo desde que en 2016 el general López-Calleja le quitó a Leal el hotel y la empresa Habaguanex y lo pasó al consorcio Gaviota, perteneciente a la mafia militar de GAESA. La desidia y el abandono fueron arrancando una a una las 5 estrellas del hotel y lo rebajaron a hotel de medio pelo con un pésimo servicio, mal equipado, visiblemente “dejado de la mano de Dios”, como se decía antes en la isla.

Protegidos por la “ley” GAESA y CUPET no indemnizarán a nadie

Y algo muy importante, la dictadura tiene la obligación de indemnizar a los familiares de los fallecidos y heridos y a las familias cuyas viviendas fueron severamente dañadas. Y a propósito, los sobrevivientes y familiares de los 98 fallecidos en el derrumbe de un edificio de viviendas en Miami Beach en julio de 2021 recibirán casi $1,000 millones de dólares de indemnización.

Pero según el Código Penal vigente en Cuba a ninguna institución estatal se le puede exigir responsabilidad penal. O sea, GAESA y la Unión Cuba Petróleo (CUPET), involucradas en el desastre, están exentos de responsabilidad penal. Y en lo civil ambas entidades mafiosas alegarán que no tienen fondos para indemnizaciones y nadie las obligará a dar nada.

Habrá más explosiones de gas mientras no haya capitalismo

Los habaneros son afectados por la escasez de alimentos, el estado ruinoso de las viviendas (con 1,000 derrumbes anuales), apagones, falta de agua, de transporte, aguas albañales por las calles entre escombros y basureros nauseabundos, etc.. Pero lo peor es el grave peligro que corre la ciudadanía por el estado calamitoso en que se halla la infraestructura del abastecimiento de gas.

Cinco días después del desastre del Saratoga hubo otra explosión por fuga de gas en una vivienda de La Habana Vieja, con el resultado de un padre y su hijo de 11 años heridos de suma gravedad, y un vecino con heridas menores. El primero sufrió 90% de quemaduras en su cuerpo y el niño en un 75%. Ambos están en peligro de muerte. Ese mismo día, 11 de mayo, un fuerte olor a gas provocó la evacuación del policlínico del Hospital Infantil Marfán-Borrás, en el Vedado.

Pero ya vimos que, según la directora Daina, el olor a gas no es real, es “psicológico”, imaginario.

Conclusión doble: 1) la mafia militar castrista debe responder por la tragedia del hotel Saratoga, y 2) va a haber más explosiones por fugas de gas, con víctimas y destrucción material, si esa plaga dictatorial no es echada del poder.