El régimen denuncia el “bloqueo”, pero exhorta a EE.UU a hacer negocios en Cuba
Díaz-Canel exhorta a fortalecer lazos económicos con el país “bloqueador”
Biden se desliza hacia un nuevo “deshielo” con la tiranía cubana.
Por: Roberto Alvarez Quiñones
Mientras el régimen de Raúl Castro se afilaba los dientes en Nueva York para presentar en la Asamblea General de la ONU su habitual resolución de condena al “criminal bloqueo” de EE.UU, en La Habana el “presidente” Miguel Díaz-Canel se reunía en el Palacio de gobierno con empresarios estadounidenses y cubanoamericanos para mimarlos y exhortarlos a que inviertan y hagan negocios en Cuba.
Una cosa no encaja con la otra. Salta a la vista el embuste castrista en torno a un embargo bilateral lleno de huecos y que no es contra Cuba, sino contra las empresas del Estado comunista, que no es lo mismo.
Este tipo de encuentro empresarial, a fines de octubre, expresa el sigiloso “deshielo light” emprendido por la Administración Biden con la tiranía cubana. El anterior foro bilateral de este tipo tuvo lugar en 2016, facilitado por Barak Obama durante su luna de miel con los hermanos Castro.
Díaz-Canel exhorta a fortalecer relaciones con el “bloqueador”
Solo para empezar, un dato “curioso”. El presidente de la Cámara de Comercio de Cuba, Antonio Carricarte, reveló que en 2021 las importaciones cubanas desde EE.UU alcanzaron unos $370 millones de dólares. Solo en pollo congelado se importaron $280 millones. Bonito bloqueo ese.
Díaz-Canel exhortó a los magnates allí presentes a “fortalecer las relaciones económicas de EE.UJU con Cuba”. Y Carricarte enfatizó la necesidad de “aumentar la participación de empresarios estadounidenses en el desarrollo cubano”. Dijo que “EE.UU, dada su cercanía geográfica y posición en la economía mundial, pudiera incorporarse de una manera más significativa” a la economía cubana”. Y, claro, le hizo publicidad a las MIPYMES, empresas supuestamente privadas pero controladas por el Estado omnipresente.
“¿Y tú que quieres ser, Pepito? Yo, extranjero, maestra”
Y aquí rebrota un cuento de Pepito muy popular. La maestra le pregunta a varios alumnos qué quieren ser cuando sean adultos. “Médico”, dice uno. “Ingeniero”, responde otro. “A ver Pepito, ¿y tú qué quieres ser? “; “Yo, extranjero, maestra.”
La de Pepito, aunque insólita, fue la más inteligente de las respuestas. En Cuba rinde más beneficios ser extranjero, o cubano residente en el extranjero que residir en la isla. Un forastero o un “gusano” emigrado tiene todos los derechos del mundo. Puede invertir capital, importar y exportar mercancías y servicios, y hacerse muy rico, siempre asociado con la mafia militar que controla la economía y se enriquece a costa de ellos.
Todos esos inversionistas viven en residencias magníficas con adiestrado personal de servicio; disponen de clínicas, tiendas y talleres automotores, clubes y muchos otros privilegios. En tanto, el cubano de a pie, con un salario promedio de unos 27 o 30 dólares mensuales y una cartilla de racionamiento de alimentos que lo desnutre no tiene derecho ni siquiera a decir lo que piensa de dicho abuso.
Antes los españoles pedían la ciudadanía cubana; hoy es al revés
Antes de 1959 los inmigrantes españoles adquirían enseguida la ciudadanía cubana, pues con ello obtenían ventajas. Hoy los cubanos forman colas multitudinarias ante la Embajada de España para solicitar la ciudadanía española.
La Constitución estalinista de 2019 en su artículo 22 estipula que el Estado “debe regular la concentración de la riqueza, la propiedad y la tierra”. O sea, le prohíbe al cubano en la isla hacer crecer su negocio. Si adquiere una segunda propiedad se considerará concentración de riqueza y el Estado se la expropiará. Y encima puede que vaya a prisión por “violar la ley”.
Agréguese a eso la ingenuidad –más bien idiotez– de invertir capital extranjero en Cuba. El Estado comunista, socio obligado por ley del capital extranjero, constantemente deja de pagar sus compromisos por “falta de liquidez”. Son incontables las deudas que actualmente tiene el gobierno con los inversores foráneos en la isla, y sus proveedores extranjeros.
La credibilidad financiera sólo se logra jugando limpio y con leyes que protejan al capital extranjero contra las arbitrariedades del Estado y el generalato empresarial, a los cuales está obligado a asociarse todo inversionista foráneo.
El capital va a donde se cumplen condiciones imposibles en Cuba
El capital no tiene ideología, va a donde se cumplen al menos tres condiciones: garantías legales a la propiedad y la operatividad de la compañía, seguridad de que obtendrá un rápido retorno en ingresos que cubran el monto de la inversión realizada, y la existencia de un mercado, interno o externo, que prometa buenas ganancias. El régimen no ofrece ninguna de ellas.
Y algo clave, Cuba no tiene un mercado interno, y cuenta con dos monedas. La cubana, el peso, con la que se pagan los salarios, no vale nada. Es hoy la más devaluada del mundo. Y la masa circulante de dólares y euros es insuficiente. Entonces, si un inversionista extranjero produce arroz, por ejemplo, sólo obtiene ganancias suficientes si lo exporta, o se lo vende al Estado en moneda extranjera. ¿Con qué dinero lo podrá comprar el Estado? ¿Qué gana realmente Cuba con ese reciclaje?
Asesores de Biden contribuyen a prolongar la dictadura
Conclusión: el señor Juan Sebastián González, el asesor del presidente Joe Biden para América Latina, y los demás asesores izquierdistas que pululan en el gobierno, se equivocan al creer que se puede hacer negocios con Cuba. Ellos y los empresarios que viajan a La Habana solo causan sufrimiento al pueblo cubano al intentar prolongar la vida del castrismo.