En Cuba hoy puede aplicarse una conocida frase que plasma el momento actual: el castrismo ya está muerto y solo faltan los funerales.
Cierto, la sexagenaria dictadura castrista-comunista ya no da más, llegó a su fin y solo queda por producirse su desmantelamiento, o su conversión en otra cosa diferente a la actual. Solo queda pendiente la ceremonia fúnebre.
La interrogante es cómo, a qué costo y cuándo tendrá lugar su sepelio. Se pueden hacer conjeturas y pronosticar escenarios diversos, pero todos en el ámbito de la ciencia ficción. Lo que sí se sabe es que para dar sepultura a la devastadora tiranía se necesita la creación de un amplio frente nacional en el que se agrupen todas, o la mayoría, de las organizaciones y fuerzas opositoras al régimen.
O sea, que partidos políticos, defensores de los derechos humanos, de libertad de expresión, las Damas de Blanco, los sindicatos y periodistas independientes, artistas y representantes de la sociedad civil y las redes sociales, se unan tácticamente, incluso sin perder su propia identidad e independencia como organización, para constituir una coalición política de fuerza abrumadora, en lo nacional e internacional.
Evitar un reacomodo de la mafia militar para continuar en el poder
Sobre todo, si se quiere que en Cuba no se produzca un reacomodo de la mafia militar y se mantenga en el poder luego de abrir un poco la mano en la economía e instalar un régimen autoritario tipo Putin en Rusia, o como el de China o Vietnam.
Frentes unitarios pusieron fin al comunismo en Europa
Los frentes unitarios pusieron fin al comunismo en Europa en su crisis terminal agravada por los aires renovadores de la perestroika de Mijail Gorbachov en la URSS.
El de Checoslovaquia se llamó “Foro Cívico”, presidido por el disidente Vlacav Havel, que unificó a las fuerzas contrarias al régimen comunista para ofrecer una sola voz en las negociaciones con el gobierno. Fue creado el 19 de noviembre de 1989, dos días después del estallido de la llamada “Revolución de Terciopelo”, con las calles inundadas de cientos de miles de personas. El foro estaba integrado por 14 organizaciones políticas, desde la izquierda y el comunismo reformista hasta la derecha democrática, mayoritaria y encabezada por Havel.
En Hungría hubo una “Mesa Nacional” con iguales características. En Polonia el “Sindicato Solidaridad” llegó a agrupar a casi todo el pueblo polaco. En Bulgaria el frente nacional se denominó “Unión de las Fuerzas Democráticas” y contó con 16 organizaciones contrarias al comunismo.
Excepto en la Alemania del Este, donde los berlineses derrumbaron físicamente el Muro que los cercaba, y el final sangriento en Rumanía, con el genocida Ceausescu arrestado y fusilado por 80 soldados, sin duda en el fin del “socialismo real” europeo fue decisiva la unificación de todas las fuerzas contrarias al sistema social contra natura diseñado por Karl Marx.
Bulle una explosiva presión interna que podría ser canalizada
Porque si bien la caída del comunismo ocurrió como efecto dominó al influjo de los vientos reformistas en Moscú, de no haberse unido las fuerzas opositoras el epílogo de la plaga comunista habría sido diferente, mucho más difícil y muy probablemente sangriento, como ocurrió en Rumanía.
O sea, en la caída del campo socialista intervinieron el factor externo de la perestroika, pero fue más importante la presión abrumadora de las fuerzas populares, canalizadas políticamente por las coaliciones ya mencionadas. El mundo entero conoció de esa lucha y eso conformó el “sándwich” que asfixió al totalitarismo marxista-leninista.
En Cuba lo que sobra hoy es presión interna. Es más fuerte que nunca en 63 años. Su máxima expresión tuvo lugar el 11 de julio de 2021, con las calles de 60 ciudades inundadas por ríos humanos gritando “libertad” y “abajo el comunismo”. Y esa presión aumenta sin cesar. Diariamente hay protestas callejeras y cacerolazos contra el régimen. En la madrugada de agosto 19, se produjo la mayor desde el 11 de julio en Nuevitas, Camagüey, reportó 14ymedio. Cientos de vecinos salieron a la calle gritando consignas como “libertad”, “pongan la corriente” y “si la vuelven a quitar, nos volvemos a tirar”.
Un frente nacional político también diría a la izquierda ¡basta ya!
La cúpula dictatorial tiene miedo. Pero más tendría, hasta producirse una ruptura en el estamento militar dictatorial, si se conformase una gran coalición política, civil, moral, patriótica y anticomunista, de fuerza indiscutible y decisiva, capaz de hablar con fuerza poderosamente en nombre del pueblo de Cuba y se hiciese sentir en todo el mundo, en nombre de la nación entera, y decirle a la izquierda bochornosa que apoya y sostiene al castrismo ¡basta ya!
Obviamente ese frente nacional contaría con el apoyo solidario de la diáspora cubana anticastrista, en particular la de Estados Unidos. Y haría más difícil a la claque procastrista incrustada en la Administración Biden seguir haciendo concesiones a un gobierno al que se opone todo el pueblo de Cuba, representado por dicho frente nacional
Ese frente, foro, coalición, alianza, o con el nombre que se le quiera dar, se encargaría de elaborar un programa nacional o plataforma para establecer las bases del país que quiere el pueblo cubano en el postcastrismo.
Los cubanos tendrían la voz y la fuerza internacional que ha no tenido nunca en 63 años. Y el funeral del totalitarismo castrista no podría tardar mucho en realizarse.