137 MANIFESTACIONES PÚBLICAS DE PROTESTA EN ENERO
Conflictometro enero 2021
SUMARIO
- En el mes de enero se produjeron 137 manifestaciones públicas de protestas. De ellas 58 relacionadas con conflictos económicos y sociales (42%) y 79 por conflictos políticos y civiles (58%)
- Las protestas económicas y sociales se duplicaron en relación con el mes anterior. En el mes de diciembre hubo 26, mientras que en el mes de enero se monitorearon 58, lo que equivale 2.3 veces más.
- Las protestas económicas y sociales fueron originadas fundamentalmente por el rechazo al paquete de medidas que encarece la vida en medio de una escasez y desabastecimiento de alimentos y medicinas cada vez mayor.
- El mes cerró con una protesta pacífica frente al Ministerio de Cultura el 27 de enero.
- La represión contra los manifestantes frente al Ministerio de Cultura generó un incremento de protestas en los últimos días de enero y ha provocado una repercusión internacional de rechazo a la violencia del gobierno cubano.
- La represión radicaliza las demandas. El Movimiento 27N que antes pidió dialogar con el Ministerio de Cultura, exige ahora la renuncia o cese del Ministro de Cultura y lanza una campaña internacional en Twitter. #AlpidioRenuncia, #AlpidioDimisión y #RenunciaAlpidio
MANIFESTACIONES PÚBLICAS DE PROTESTA | ENERO | DICIEMBRE | NOVIEMBRE | OCTUBRE | SEPTIEMBRE |
TOTAL | 137 | 122 | 110 | 88 | 42 |
Por motivos económicos y sociales | 58 | 26 | 19 | 33 | 16 |
Por motivos políticos y civiles | 79 | 96 | 91 | 55 | 26 |
La naturaleza de las protestas
Las protestas se radicalizan. Las huelgas que antes eran de brazos caídos para esquivar represalias ahora dejan de ser sutiles y se transforman en paralizaciones abiertas (pescadores en Isla de la Juventud y Las Tunas, carboneros en Las Tunas, transportistas en Holguín, estibadores en Sancti Spíritus) y cuestionamiento frontal al gobierno y el sistema socialista (Declaración de católicos cubanos, Exigencia de renuncia del Ministro de Cultura)
“Estamos viviendo el colapso de un modelo económico, político y social. […] El sistema económico, político y social que define los destinos de Cuba desde 1959, ha sido incapaz de evolucionar. […] Han sido muchas las propuestas para reactivarlo, una especie de cadena interminable de promesas incumplidas de “ahora sí” […] La continua promesa incumplida ha llevado a un cansancio y a un escepticismo que cae como una densa nube sobre el cubano de a pie. […] Cuba necesita cambios políticos”
Declaración de Católicos Cubanos
La violencia asumida contra manifestantes frente al Ministerio de Cultura que solicitaban un diálogo con el gobierno (Declaración Rosa Blanca) ha hecho que parte de esa disidencia exprese sus dudas para llevar adelante un diálogo de demandas con el gobierno.
Las protestas se generalizan. Las protestas se transforman en marea social con la sumatoria de los sectores directamente afectados (trabajadores, campesinos, consumidores, personas sin vivienda, médicos que reclaman mejores salarios, enfermos con escasez de medicinas y servicios colapsados de salud) y se extienden por toda la isla
El gobierno cubano es disfuncional
Miguel Díaz-Canel ha enfrentado en menos de tres años el mayor número de protestas populares desde que a mediados de la década del sesenta del siglo pasado concluyese la guerra civil armada contra el poder de Fidel Castro. No fue buen augurio que poco después del inicio de su mandato, en un barrio humilde de La Habana harto de promesas demagógicas, corrieran a pedradas a una caravana de autos en la que suponían viajaba el entonces recién estrenado presidente. (Ver Conflictometro enero 2019).
Fidel Castro yace bajo una piedra, Raúl Castro es incapaz de calzar sus botas de caudillo y hoy la sociedad está a expensas de un sistema obsoleto y un gobierno disfuncional. Cada vez más a menudo las acciones que toma una rama del gobierno afectan negativamente a otras. La violencia, represiva innecesaria y grotesca, delante del Ministerio de Cultura el 27 de enero, por poner un ejemplo, complica la gestión de relaciones exteriores del estado cubano. Es evidente que muerto Fidel Castro ya no hay una autoridad central indiscutible cuyas directrices, por disparatadas que fuesen, aporten coherencia al gobierno en su conjunto.
El régimen de gobernanza ha colapsado. El régimen de gobernanza (regime of governance) vigente, que los cubanos en la isla acostumbran a llamar simplemente “el sistema”, está agotado política, económica, social, cultural e ideológicamente. En la actualidad ese régimen de gobernanza se caracteriza por un estado totalitario en lo político y cultural, con un extendido monopolio económico que asfixia las iniciativas individuales.
La crisis estructural. Hoy la sociedad cubana atraviesa no solo la crisis coyuntural de la pandemia y la caída del turismo, o el impacto de las sanciones de la administración estadounidense anterior. Desde hace varios años la sociedad cubana sufre una profunda crisis estructural que permea todas las esferas de la realidad, no solo la económica. Muerto Fidel Castro, con una economía improductiva, en bancarrota financiera y sin mecenas como la URSS o Venezuela, quebrado por internet el control ideológico e informativo sobre la población, se enfrenta a una nueva generación que da crecientes señales de no respetar ni temer su autoridad.
El poder del gobierno se resquebraja. La pérdida de los subsidios económicos y credibilidad financiera, junto a la irrupción de internet y con ella la pérdida del monopolio sobre la información, han asestado un duro golpe a los pilares del poder gubernamental.
La élite de poder y su gobierno han perdido dos capacidades claves:
- ganar o apaciguar a la población por medio de beneficios sociales y económicos estables, y
- persuadir a los ciudadanos de que los males que los aquejan provienen siempre de la política de Estados Unidos.
Solo les queda la guerra psicológica y la represión con las consecuencias que ello lleva en el plano internacional.
Escepticismo, derrotismo y dominación. La única herramienta de poder que todavía no ha entrado en crisis es la operación de guerra psicológica de que cualquier intento por ponerle fin a este sistema y a esa élite privilegiada nunca puede resultar exitoso. Lo machacan mil veces al mes, en la isla y el exilio, por medio de artículos y comentarios de trolls oficialistas en las redes sociales. Sin embargo, incluso ese instrumento de dominación se ha visto estremecido por la insumisión de los jóvenes creadores asociados al Movimiento San Isidro y al 27N. Ellos creen que “sí se puede” y que “vale la pena intentarlo”.
La represión multiplica las protestas
Arrestos arbitrarios, prisión domiciliaria, golpizas, vigilancia ilegal, restricción de movimiento, decomiso de teléfonos celulares, vejámenes a mujeres activistas (“registro vaginal”), agresiones físicas y verbales se multiplican a la par con el incremento de las protestas.
Sin embargo, la represión de las protestas lejos de apaciguarlas las reproduce, politiza, radicaliza y amplía la simpatía hacia sus portavoces. El control de la elite de poder militar perdura, pero también enfrenta una crisis y la represión pura y dura, lejos de estabilizar la situación la empeora.
El MININT se quedó sin manuales. El aparato represivo del estado se ve ante un escenario no previsto en sus entrenamientos. No hay organizaciones que penetrar, líderes que liquidar, opositores que encarcelar. Frente a acciones surgidas de las emociones del momento y realizadas por grupos sin estructura piramidal que a su vez dinamizan otras manifestaciones públicas de protesta con su ejemplo, es difícil hacer planes represivos. El MININT se muestra desorientado. No tiene un GPS de cómo proceder ante este nuevo fenómeno.
Tal vez por esa razón, el “sistema” hoy valora más a un carcelero que a un médico. En la nueva escala salarial el primero recibe más que el segundo. Una convocatoria a en un periódico provincial provocó una avalancha de protestas en las redes.
El miedo
El párroco Reyes convocó a vencer el miedo para lograr una Cuba con esperanza:
“Tenemos miedo a manifestarnos, a pedir cambios, a decir lo que sentimos como verdad, por si nos pasa “algo”. Por otra parte, convivimos con el miedo: a la policía, a la Seguridad del Estado, a los chivatos del barrio, a los que puedan saber algo de nuestras gestiones ilícitas para “resolver” la vida, al comentario que “se nos escapó”…
Si optamos por el segundo tipo de miedo, lograremos sobrevivir, pero viviremos y moriremos en medio de sobresaltos, y con la certeza de que nunca nada será diferente, ni para nosotros ni para nuestros hijos. En el primer caso, claro que puede haber consecuencias, pero estaremos caminando hacia la vida que queremos, para nosotros y para los nuestros, estaremos haciendo algo por la Cuba que soñamos, con la esperanza de que algo podrá ser diferente”.
Y el miedo paralizante está retrocediendo.
Miedo gubernamental y empatía policial
Se observan expresiones de miedo en el gobierno y de empatía ocasional hacia los disidentes en algunos medios policiales.
Como apuntamos en meses anteriores, el gobierno cede selectivamente ante demandas colectivas que pueden salirse de control. Se ha visto en el caso de los precios de electricidad y helados, o en las demandas de huelguistas que decidieron aceptar.
Un fenómeno nuevo y significativo ha sido la empatía de algunos miembros de la policía regular –no de la policía política– con los detenidos a los que les han comunicado discretamente su simpatía y hasta alentado a continuar su lucha. Antes, de forma ocasional, sucedía que algunos policías se limitaban a hacer saber a los detenidos que ellos no eran responsables de la decisión de apresarlos sino el G2. Sin embargo, algunos han pasado esa frontera y expresado su apoyo a la lucha cívica que realizan estos disidentes.
Opositores y disidentes
La principal amenaza al gobierno y el sistema de gobernanza no proviene de centenares de opositores políticos, sino de millones de disidentes socioeconómicos en rápido proceso de politización y radicalización antisistema.
Nuevos grupos sociales, por ejemplo, el Movimiento San Isidro y el 27N, siguen destacando como actores que reclaman libertades políticas y civiles sin ser parte de la oposición establecida hasta ahora.
El mes de enero comenzó con una voz de la iglesia cubana, el joven sacerdote cubano Kenny Fernández Delgado, de la provincia Mayabeque quien declaró: “Si callamos ante el maltrato, el hostigamiento, la tortura y el encarcelamiento de los que piensan y se expresan diferente al Gobierno: somos cómplices. Si apoyamos un acto de repudio a los que piensan o se expresan diferente al Gobierno, somos cómplices”.
Enero terminó con la declaración de otro católico, el sacerdote Alberto Reyes, en Camagüey: “Un gobierno puede reprimir a una persona, en un lugar, en un momento, pero no puede reprimir a todas las personas, en todos los lugares, en todos los momentos”.
El Movimiento San Isidro (MSI). Su magnetismo emana de varios factores: la completa irreverencia, su desconcertante persistencia (apenas salen de un arresto e inician otra acción), y el no estar conectados con los demonizados grupos de oposición, pero sí con sectores humildes de población. Son una muestra demográfica transversal de la juventud urbana (artistas, LGTBI, animalistas, músicos, pintores, científicos, católicos, musulmanes, negros, blancos y otros).
Su denominador común es el hastío y rechazo al sistema. Como se trata de un sentimiento generalizado en toda la isla entre diferentes grupos sociales, su mensaje y actitud tienen un impacto que trasciende el medio juvenil urbano. Su entusiasmo y audacia son contagiosos. Virales. Muchos de ellos creen que hoy se vive una situación revolucionaria que no debe dejarse pasar y son consecuentes con esa creencia.
El Movimiento 27N. El 27N es un grupo de artistas, intelectuales, cineastas, realizadores, activistas y periodistas independientes que, inspirados en el ejemplo cívico del MSI, exigen el respeto a la libertad de expresión y el cese de la censura y el hostigamiento a representantes del arte y personas con pensamiento diferente en Cuba.
El nombre surgió a raíz de la concentración masiva que se produjo en las afueras del Ministerio de Cultura de Cuba el 27 de noviembre de 2020, en respuesta a la escalada represiva contra el Movimiento San Isidro y para exigir el derecho a la libertad de expresión.
Martí Disidente. Este mes el Movimiento 27N organizó una manifestación pacífica frente al Ministerio de Cultura con lecturas de poemas de Martí que fue reprimida abiertamente. Esa represión tuvo una repercusión inmediata, a pesar de que bloquearon internet por varias horas. Las muestras de solidaridad llovieron no solo dentro de la isla, sino internacionalmente. Pero además, el Movimiento 27N no se amilanó con la represión y exigió el cese o renuncia del Ministro de Cultura.
En la provincia de Camagüey un ciudadano salió a la calle a repartir octavillas con los versos de Martí cantando el himno nacional y fue encarcelado. El llamado Apóstol de la Libertad de Cuba hoy es considerado tan disidente o más que Reinaldo Arenas o Heberto Padilla.
CONCLUSIÓN
Cuba no es un estado un comunista clásico si es que alguna vez lo fue. Una elite militar–que representa menos del 0.01% de la población–, ha transformado el modelo comunista burocrático en una sociedad en la que un reducido grupo de personas tiene el monopolio de la fuerza y controla otras funciones estatales claves como la política exterior y la económica, mantiene un régimen políticamente totalitario de partido único, se desentiende de las necesidades sociales, económicas y culturales de la ciudadanía, y se involucra en otros países con grupos autocráticos y mafiosos similares –estatales y no estatales– en actividades ilícitas. (Ver La Guerra contra todo el pueblo)
Los muy propagandizados “logros de la revolución” en seguridad social, empleo pleno, educación, salud pública y otros, han sido barridos por esa elite de poder que solo se ocupa de expandir sus negocios de miles de millones de dólares que ninguna entidad estatal o no estatal puede fiscalizar. La pobreza crece a lo largo del país en contraste con el incremento del poder y riquezas de unos pocos que obstruyen cualquier cambio.
¿Existe hoy una situación revolucionaria?En este nuevo y fluido contexto nacional no pocos de los nuevos rebeldes están llegando a la conclusión de que se vive una situación revolucionaria contra el sistema totalitario. El concepto es prestado del leninismo en que fueron educados. Según aprendieron en escuelas y universidades esta circunstancia ocurre cuando se hace imposible a las clases dominantes mantener en forma inmutable su dominio.
Conforme a esa doctrina, para que se produzca una transformación revolucionaria –sea violenta o no– es insuficiente que “los de abajo no quieran vivir como antes”. Se requiere que “los de arriba” no puedan seguir sosteniendo su poder y privilegios como hasta entonces”. En otras palabras: es necesario que el sistema se haga intolerable a los oprimidos pero tampoco satisfaga a los opresores.
Si bien es cierto que en Cuba se está fraguando una situación revolucionaria antisistema, ello no debe hacernos perder de vista que estas son dinámicas muy fluidas. Hay indicios de que los “muy de arriba” pudieran estar tramando la transformación del sistema actual, cada vez más inepto e ingobernable, en un nuevo régimen autocrático de dominación que les permita apaciguar la creciente insumisión y granjearse la aceptación de la comunidad internacional.
Los insumisos deben tener presente que no basta con “hacer la revolución”, sino que también es necesario pensar la revolución que se hace para poder adelantarse con éxito a esas maniobras.
ETIQUETAS MÁS USADAS EN EL MES
#CubaDeTodos
#Somos27N
#TodosSomosSanIsidro
#AcuarteladosDeSanIsidro
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#NoQueremosMasDictadura
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METODOLOGÍA DEL OCC ¿A QUÉ LLAMAMOS MANIFESTACIÓN PÚBLICA?
Son todas aquellas acciones, de muy diversa índole, que expresan de forma pública, sea de manera individual o colectiva, el rechazo ciudadano a disposiciones oficiales, instituciones o autoridades.
Ese rechazo y crítica pública puede ser expresión de protestas por temas políticos y de derechos ciudadanos o vincularse de forma directa a demandas populares en cuestiones sociales, económicas y culturales como son los problemas de vivienda, agua, alimentación, transporte y censura artística o intelectual.
Dichas manifestaciones pueden tomar la forma de protestas callejeras, pintadas de muros, colgar carteles, corear consignas, negarse en público a cumplir órdenes policiales o administrativas, realizar una marcha, procesión, sentada o misa no autorizada, distribuir volantes, hackear sitios oficiales o crear otros falsos, repartir publicaciones impresas o digitales prohibidas, distribuir memes y chistes satíricos de las políticas gubernamentales y muchos otros más.