Viajes a Nicaragua son un deja vu del Mariel

La maniobra conjunta de Raúl Castro y el dictador Daniel Ortega de permitir que sin visado los cubanos viajen a Nicaragua es como un deja vu del Mariel, sin mucho ruido, en cámara lenta y no por vía marítima.

Esta jugada tiene dos propósitos 1) facilitar que se vayan de Cuba los jóvenes más descontentos y quieren ser libres y quitarle presión a la crisis nacional político-social; y 2) chantajear a la Administración Biden.

Que emigren cubanos en alguna medida lo podría lograr. El segundo objetivo dependerá de la firmeza, o no, que tenga el gobierno de EE.UU para no ceder al chantaje castrista.

Días después de conocerse la noticia hubo una protesta frente a las oficinas de las aerolíneas Copa (de Panamá) y Conviasa (de Venezuela) en La Habana porque anunciaron que no se vendían pasajes y se negaron a dar más detalles.

Un joven matancero de apellido Collazo, que hasta seis meses tenía una cafetería privada, expresó: “No voy a desistir, (de conseguir un pasaje para Managua) como si tengo que acampar tres meses aquí en La Habana, pero yo no regreso a Matanzas sin un pasaje de avión para Nicaragua (…) me niego a que mis hijos crezcan aquí (…) ya es demasiado, ni siquiera puedes dar un like en las redes sociales o hacer un comentario de nada que no sea lo que digan Granma o la Mesa Redonda”.

Los viajes sin visa a Nicaragua tienen el objetivo de facilitar que se vayan de Cuba los jóvenes más descontentos y quieren ser libres y quitarle presión a la crisis nacional político-social.

Me sirve hasta el Polo Norte”

El habanero Edwin Zaldívar hace unos días le dijo a un periodista independiente: “Si no hay reservas (de pasajes) en las próximas dos semanas, vendo la motorina y completo para un pasaje con escala, que están carísimos, más de $2,500 dólares, pero algo te aseguro, cualquier cosa va a estar mejor que este país. Me sirve hasta el Polo Norte”.

Y “Noticias 23”, un noticiero televisivo muy visto en la Florida, entrevistó a personas en la isla, y una dijo: “Si el país se tiene que quedar vacío, se va a quedar, pero queremos volar ya para Nicaragua”. Otra entrevistada expresó: “Los cubanos están vendiendo las casas, están vendiendo todo lo que pueden (…) no aguantan más, por la represión que hay en Cuba”.

Cuando un pueblo emigra, sus gobernantes sobran”

Este cuadro patético confirma nuevamente la validez de la frase de Martí: Cuando un pueblo emigra, sus gobernantes sobran”. Sobran esos dizque gobernantes, entre otras cosas, porque privan al país de su capital más preciado, el humano. De no haber comunismo en Cuba no habrían emigrado más de dos millones de cubanos, incluyendo muchos de los más educados, y con el “know how” necesario para hacer avanzar al país.

De la isla se ha marchado casi la quinta parte de su población. Hoy los que se van son jóvenes que conforman la población económicamente activa (PEA), que es la palanca que mueve al mundo.

Sin “revolución” Cuba tendría hoy unos 17 o 18 millones de habitantes. Chile tenía en 1958 aproximadamente la misma población que Cuba y hoy tiene 19 millones de habitantes. La PEA de la isla contaría con tres o cuatro millones más de personas, produciendo y consumiendo. El Producto Interno Bruto sería siete u ocho veces superior y el nivel de desarrollo socioeconómico de Cuba estaría en la escala más alta de Latinoamérica, como en 1958.

Mensaje a Biden: “o levantas las sanciones, o tienes otro Mariel

En cuanto a EE.UU  esta movida le envía un mensaje directo al presidente Joe Biden que podría resumirse así: “o levantas las sanciones que impuso Donald Trump, o tienes otro Mariel,” en este caso por vía terrestre. Para crearle en pocos meses una gran crisis migratoria en la frontera sur.

Porque obviamente la meta de la mayoría de quienes aprovechen esta oportunidad de viajar a Nicaragua es llegar a la “Yuma”. Y aquí entra en escena un factor a tener en cuenta. El presidente Biden está rodeado de asesores que lejos de querer endurecer la política de EE.UU hacia Cuba lo que quieren es suavizarla. Además, el mandatario es presionado por la izquierda demócrata procastrista, que si no ha podido lograr nada hasta ahora es por la salvaje escalada represiva fascista desatada por la dictadura luego del 11 de Julio último.

Castro II y sus mafiosos al parecer creen que si logran a palo limpio impedir nuevas rebeliones callejeras, y miles de cubanos abandonan el país, las presiones al flojo Biden podrían fructificar y producirse, si no un deshielo propiamente, sí el levantamiento de algunas sanciones y una disminución de la presión que hoy le aplica Washington, y que así el régimen mejorará sus ingresos en divisas y Cuba regresará a la “normalidad” anterior al 11J.

Es esa una errónea percepción de la realidad. Luego del 11J no hay ya en Cuba retorno posible a ninguna “normalidad” fascista, no importa lo que haga, o no haga, EEUU.  Y a propósito, aunque no se puede descartar, sería ya el colmo que esta vez Washington volviese a traicionar a los cubanos como hizo John F. Kennedy en 1961.

Por muchos que emigren vía Nicaragua seguirá habiendo en Cuba más de 11 millones de ciudadanos asfixiados por la escasez de alimentos, medicinas, bienes de consumo de todo tipo, transporte, combustibles, energía eléctrica, con salarios bajísimos y una inflación galopante. Y no menos importante, sin las libertades individuales más elementales que disfrutan hoy los seres humanos en el mundo moderno.

En síntesis, la suerte está echada. El castrismo llegó a su fase final.