Una elocuente expresión del pésimo manejo de la economía por parte de la cúpula castrista, y de su cinismo, se produjeron en una reciente reunión del Consejo de Ministros. El viceprimer y ministro de Economía, Alejandro Gil, “acusó a los cubanos de a pie de agravar la inflación”, la que ya fuera de control sacude al país.

Gil, molesto (según el periódico Granma) por el crecimiento de la circulación de divisas en el país, sobre todo en el mercado negro, preguntó primero de dónde la gente saca las divisas. Luego remató: “hay una percepción en la población de que ya es prácticamente imposible hacerse con productos nacionales o servicios sin dólares” y por eso “compran las divisas en el mercado negro, lo cual dispara la inflación”.

Falso de pies a cabeza. El descontrol, la soberbia estalinista, y la evidente ineptitud de la élite dictatorial es lo que genera inflación, no es responsabilidad de los consumidores, que son las víctimas, no los victimarios.

No es una “percepción”, sino cosa de vida o muerte tener dólares

No se trata de una “percepción en la población”, sino de que hoy sin divisas los cubanos pasan hambre, y ni bañarse o vestirse y calzarse pueden. Son los vividores de la cúspide dictatorial, en especial los militares que tienen el monopolio ya de casi todo el comercio minorista, los que exigen divisas y constantemente agregan productos al “área dólar”.

Las tiendas en moneda libremente convertible (MLC) comenzaron a expandirse en octubre de 2019, primero en la venta de electrodomésticos y equipos eléctricos para captar los dólares que muchos cubanos gastaban en Panamá, Guyana, Venezuela, Nicaragua, o México en la compra de artículos que luego vendían en la isla en el mercado negro.

Eso restaba ganancias a GAESA, que infla los precios en las shopping entre un 240% y un 900% por encima de lo que les cuesta en esos países citados.

Y pese a que dos tercios de la población cubana no recibe remesas, y que el Estado no vende divisas, a mediados de 2020 decidieron dolarizar también la venta de alimentos, productos para el aseo, y casi todo lo que incluye la canasta básica familiar si se excluye lo poquito que reciben por la cartilla de racionamiento más longeva en la historia de Occidente, y lo poquito que pueden adquirir en los agromercados con moneda nacional.

El Estado casi no construye viviendas y los materiales que necesitan las familias para ellas mismas construirlas los vende en dólares. La semana pasada, el 4 de diciembre, el Ministerio de la Construcción informó que en 2022 al fin venderá cemento, 150,000 toneladas, pero solo en moneda extranjera. ¿Cómo conseguirla si los salarios son en pesos cubanos? Eso es lo que debió preguntarse el “compañero” Gil.

El Estado no vende divisas y hay que comprarlas en la calle

La élite castrista insulta a los cubanos al acusarlos de adquirir divisas ilegalmente.  El régimen no tiene MLC para vender, y ya no es posible sobrevivir en Cuba si no se compran dólares “por la izquierda” donde aparezcan, y ese es el mercado negro. Y son cada vez más caros. Hay ya que dar entre 75 y 80 pesos por cada billete con la imagen de George Washington.

Conseguir 70 dólares para comprar un mínimo imprescindible de alimentos y productos necesarios cuesta 1,680 pesos. Es decir, desembolsar el 80% de un salario mínimo completo.

Y si de inflación se trata, los únicos culpables son el dictador Castro II, su asistente Díaz-Canel, el premier Manuel Marrero, el rollizo Marino Murillo, el propio Alejandro Gil, y otros burócratas incapaces. Ellos desoyeron los consejos de verdaderos economistas de que no podía aplicarse una terapia de choque, que el régimen denominó Tarea de Ordenamiento, sin tomar medidas de liberalización en la agricultura y la industria para aumentar la oferta de alimentos y de todo.

Costo de la canasta básica equivale al 143% de un salario mínimo

Pero la impusieron y ello hundió la economía mucho más, agravó el desabastecimiento, el hambre y la pobreza, Se multiplicaron por 4.9 los salarios sin aumentar la oferta, pero se multiplicaron los precios hasta por 20. Y con un exceso abrumador de la demanda sobre la oferta los precios en el mercado subterráneo saltaron a la estratósfera.

Según cálculos de economistas en la isla, la canasta básica en menos de ocho meses pasó de un costo de 1,500 pesos, a casi 3,000 pesos ($125). O sea, el 143% de un salario mínimo. El peso pierde poder de compra y no alcanzan los salarios para pagar todos los precios en alza de alimentos, medicinas, productos de aseo, etc. Los mismos economistas aseguran que este año la inflación alcanzará algo más del 500%. O sea, lo que el primero de enero costó $10 dólares, el 31 de diciembre costará $50.

Esa subida sin control de los precios, sin aumento de la oferta, desmotiva a los trabajadores, que ven caer su poder adquisitivo. Muchos abandonan su empleo, pues los precios se tragan cada vez más sus salarios.

Ante tanta desidia e incompetencia gubernamental, mientras le sigue entrando vapor a la caldera social es probable que la cúpula decida otro aumento de salarios. Ello sería otro crimen. Con una hiperinflación de 500% todo aumento salarial sería devorado rápidamente por los precios si no se liberan de una vez las fuerzas productivas, cosa a la que nonagenario dictador se niega a rajatabla.