En Cuba cuando no se sirve arroz en la mesa se pasa hambre. Es así de sencillo. Y de dramático en estos momentos. Llevado a la isla por los colonizadores españoles, ese valioso cereal no faltó en la dieta de los cubanos durante unos 180 años, hasta que llegó el castrismo-comunismo y puso fin, primero parcialmente, y hoy ya casi por completo, a esa secular faceta de la cultura cubana.

El consumo nacional en la isla es de unas 700,000 toneladas, pero en 2022 solo produjo 120,000 toneladas. Y no hay divisas para importar las 580,000 toneladas faltantes.

No sorprende a nadie que en Cuba una libra de arroz de las 7 que “dan” per cápita en la sexagenaria cartilla de racionamiento, cuesta 72 pesos en la bodega, y entre 200 y 250 pesos en el mercado negro. Adquirir las 7 libras asignadas por el Big Brother socialista cuesta 504 pesos, la cuarta parte de un salario mínimo mensual (2,100 pesos), equivalentes a $4.30 dólares de los $17.50 dólares del sueldo mensual.

Comer más de 7 libras de arroz al mes cuesta 71% de un salario

Pero 7 libras no alcanzan para comer arroz todo un mes, y quedan dos opciones: o no lo come, o paga entre 200 y 250 pesos por libra en el mercado callejero. Si quiere 4 libras debe desembolsar entre 800 y 1,000 pesos adicionales. Estamos hablando de 1,504 pesos en total, el 71% de todo un sueldo mínimo. ¿Y con el 29% que le queda puede sufragar los demás gastos del mes? Obviamente, no. Pero así es el “futuro luminoso” que prometió Fidel Castro hasta que la “negra parca” (frase de Homero) se lo llevó.

Todo esto viene hoy a punto porque hace unos días se marcharon de Cuba los técnicos vietnamitas que desde 2002 hicieron posible que los arrozales del Sur del Jíbaro, en Sancti Spíritus, fueran los menos malo del país en rendimiento de campo y segundo mayor productor nacional de arroz de la isla.

En “El Jíbaro” en 1970 me dijeron que inundarían de arroz a Cuba

El autor de este artículo en 1970, hace ya 53 años, fue testigo como periodista de los inicios de ese Plan de Arroz Sur del Jíbaro, cuya sede operativa estaba (y está aún) en el poblado de La Sierpe, en la entonces Región Especial de Sancti Spíritus (sería luego provincia en 1976) dirigida por el comandante Faustino Pérez, como Delegado Personal de Fidel Castro, por encima del secretario general del PCC en la región, de apellido Patiño.

De Faustino y Patiño hacia abajo, todos los funcionarios del PCC y de las distintas instancias del gobierno me hablaron maravillas del plan al que fui como cuatro veces ese año. Me aseguraban que inundarían de arroz el país.

Nada de eso se cumplió. Y si 32 años después no hubiesen llegado los vietnamitas probablemente aquellos arrozales habrían desaparecido. Las decenas de asesores vietnamitas encima aportaron nuevos equipos y maquinaria, construyeron diques, nivelaron los suelos, enseñaron a utilizar bien los fertilizantes y el riego, etc. Y Japón les regaló cosechadoras modernas.

Vietnamitas, $400 millones en recursos y la producción no subía

Desde 2012 a 2016, el gobierno gastó más de 400 millones de dólares en “el desarrollo de la producción arrocera”. Adquirió maquinaria agrícola, amplió la industria y construyó nuevos secaderos del grano en el país. ¿Cuál fue el resultado? Increíblemente la producción arrocera de El Jíbaro, si bien registraba los mejores rendimientos del país, no crecía, sino  descendía.

Pero con esa conocida paciencia (de récord Guinness) que tienen los vietnamitas, aguantaron y aguantaron el desastroso manejo de la agricultura por parte de la cúpula castrista.

No entendían por qué no se entregan las tierras a los campesinos

Nunca entendieron la negativa a rajatabla de Fidel y Raúl Castro a entregar las tierras a los campesinos y suprimir el monopolio comercial estatal agrícola (Acopio), como hizo el Partido Comunista de Vietnam a fines de los años 80.

Algunas cifras expresan con elocuencia los resultados de esa inmovilidad. El Ministerio de Agricultura (MINAGRI) afirma que para cubrir el consumo nacional de arroz se necesitan sembrar 200,000 hectáreas anuales, con un rendimiento mínimo de seis toneladas por hectárea, y producir 1.2 millones toneladas de arroz cáscara.

Pues bien, ya vimos que la producción nacional de arroz en 2022 fue de solo el 17% del consumo nacional. Y en 2023 habrá menos producción de arroz, pues el MINAGRI informó que se sembrará solo el 40% de las hectáreas planificadas.

Los asesores se fueron porque “era peor que arar en el mar”

En cuanto a los rendimientos de campo, el promedio mundial es de 7.7 toneladas de arroz por hectárea. Pero Australia obtiene 10.0 ton/ha, Tayikistán 8.9ton/ha y Egipto 8.8 ton/ha

En Cuba el rendimiento más alto es del Sur del Jibaro, con 4.4 ton/ha y en el resto de la isla no se llega a 4.0 ton/ha. Y esa productividad “superior” del plan arrocero espirituano, que es la mitad de los buenos rendimientos internacionales, va a caer más.

La más sencilla y criolla explicación de por qué los vietnamitas tiraron la toalla y abandonaron El Jíbaro la dio Diosdado (no dijo el apellido), un campesino arrocero espirituano de 68 años, a la prensa independiente: “Se cansaron, porque esto era peor que arar en el mar”.